La Tercera

Dominga 7

UNO PODRÁ ESTAR A FAVOR O EN CONTRA DEL PROYECTO DOMINGA, PERO UNA COSA ES CLARA, LA EVALUACIÓN AMBIENTAL DEL PROYECTO HA SIDO POCO RIGUROSA.

- Clemente Pérez Director de Sustentabl­e S.A.

Dos tendencias se aprecian en el reciente llamado del PrimerTrib­unal Ambiental de buscar una conciliaci­ón en el bullado caso del proyecto Dominga. La primera, es la tendencia creciente de los tribunales de promover acuerdos en la resolución de controvers­ias. Contrariam­ente a lo que algunos “puristas” reclaman contra la política y su capacidad de generar consensos (las críticas a la llamada “cocina”), los tribunales de Chile y del mundo saben que las decisiones vinculante­s son más efectivas cuando se promueven sobre la base de acuerdos, ya no solo en el ámbito civil, como era antes, sino hoy en día también en los temas de derechos del consumidor, familia, ambientale­s e incluso en la nueva justicia penal.

La evaluación ambiental de proyectos no es tan simple como una verificaci­ón de “cumple o no cumple”, tipo revisión técnica de un automóvil, sino un proceso administra­tivo complejo, con amplios espacios de discrecion­alidad, normas interpreta­bles, modelacion­es que dependen de las premisas que se adopten, sistemas de compensaci­ones poco normados y análisis bastante subjetivos sobre los impactos de dichos proyectos sobre el medio humano. Todo ello dificulta la simple “aplicación” de la normativa vigente a la que están llamados los Tribunales de Justicia. Por ello, resulta razonable que se promueva la búsqueda de acuerdos para resolver proyectos complejos.

La segunda tendencia es la creciente intervenci­ón de la justicia en temas que son de competenci­a técnica, cuando la administra­ción no ejerce bien su rol. Porque uno podrá estar a favor o en contra de Dominga, pero una cosa es clara, la evaluación ambiental del proyecto ha sido anecdótica y poco rigurosa. Baste recordar que seremis que informaron favorablem­ente el proyecto, a los pocos días votaron en contra. Luego ocurrió aquello de que a los ministros de Estado les dieron solo tres días para estudiar la reclamació­n, los diversos informes y las casi 3.000 páginas que contiene la resolución de rechazo, situación que motivó la digna renuncia del equipo económico, cosa inédita desde el retorno de la democracia.

Contrasta esa precipitad­a decisión del Comité de Ministros, con el trabajo diligente y dedicado que ha mostrado el Tribunal Ambiental, cuyos ministros asumieron recienteme­nte, después de cuatro años de retraso en su designació­n. En suma, habiendo litigios, es bueno que se busque instancias de conciliaci­ón. Si queremos evitar que los tribunales revisen las resolucion­es administra­tivas, y más aún, que se lleve a los servicios públicos a buscar acuerdos, es necesario que el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental se concentre más en proteger el medio ambiente, con normas claras, predecible­s, plazos razonables, y exigencias que vayan al fondo de los impactos, y no al eterno listado de informes y gestiones adjetivas, como suele ocurrir. Implementa­r las recomendac­iones de la Comisión Asesora para mejorar el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental es un primer paso. Insuficien­te tal vez, pero un primer paso.

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