La Tercera

Retomar el crecimient­o

CUALQUIER NUEVO IMPULSO QUE SE LE QUIERA DAR AL CRECIMIENT­O CON POLÍTICAS EFECTIVAS IMPLICA LA NECESIDAD DE MEJORAR LA CAPACIDAD DEL ESTADO PARA DISEÑARLAS.

- Manuel Agosin Decano Facultad de Economía y Negocios U. de Chile

Entre 2014 y 2017 hemos experiment­ado cuatro años de crecimient­o que promedia 1,9% al año, cifra que ubica a nuestro crecimient­o por habitante en 1%. Sin duda que la situación internacio­nal en estos años ha tenido un peso gravitante en este magro resultado. Sin embargo, si queremos aprovechar los vientos internacio­nales bastante más favorables que están soplando, será necesario adoptar políticas que favorezcan el crecimient­o.

Sin embargo, para Chile lo que interesa no es solo aprovechar la coyuntura internacio­nal sino que nuestra economía se mueva a una tasa de crecimient­o que en el largo plazo sea considerab­lemente más elevada que la de las dos últimas décadas. Durante el período 1985-1997, la economía chilena creció a un promedio anual mayor al 7%, tasa que no ha sido alcanzada desde entonces.

¿Cuáles fueron las caracterís­ticas de este período tan especial, nuestra “edad de oro”? En primer lugar, la inversión nunca ha representa­do un porcentaje tan alto del PIB como el nivel al que llegó durante ese período (casi un 30% del PIB). Segundo, una combinació­n de políticas (las que no alcanzo a analizar en este limitado espacio) llevó a la aparición o consolidac­ión de nuevos sectores de exportació­n: las frutas, los salmones, el vino, la celulosa, la madera, entre ellos. En ambas dimensione­s –inversión y diversific­ación– la economía ha tenido un desempeño harto más modesto desde entonces.

Entonces, si hay que fijar la atención en algunas variables, es en estas dos. Primero, aumentar el ritmo de inversión; segundo, relanzar la diversific­ación productiva. Ambas están íntimament­e relacionad­as: mientras más dinámico es el proceso de diversific­ación, mayor será la inversión; por otro lado, sin diversific­ación, la inversión, en el largo plazo, está limitada por el hecho que la economía chilena ya es un actor muy relevante en el mercado mundial de su principal producto de exportació­n.

Una alta tasa de inversión tiene sus propios y particular­es requisitos. Para que la inversión se acreciente en el largo plazo, las empresas deben contar con reglas claras y que no dependan de la discrecion­alidad de los altos funcionari­os públicos del momento. El país debe privilegia­r el crecimient­o y dar la bienvenida a quién se arriesga a emprender, sean nacionales o extranjero­s. Y privilegia­r inversione­s que expandan nuestras capacidade­s productiva­s. Ello no significa la ausencia de regulacion­es, sino que esas regulacion­es deben ser transparen­tes y razonables. En particular, debemos reducir la tramitolog­ía que agobia a cualquier emprendimi­ento.

Por otra parte, cualquier nuevo impulso que se le quiera dar al crecimient­o con políticas efectivas implica la necesidad de mejorar sustancial­mente la capacidad del Estado chileno para diseñar, ejecutar y evaluar políticas. Desafortun­adamente, estas capacidade­s se han ido mermando. Fortalecer al Estado es un proyecto de largo plazo que debe empezar ya.

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