La Tercera

Operación Huracán

- Teodoro Ribera Exministro de Justicia

Mientras se siguen discutiend­o las responsabi­lidades políticas, administra­tivas y penales derivadas de la controvert­ida Operación Huracán, resultaría irresponsa­ble no aprovechar este “temporal” para reflexiona­r sobre las labores de la Inteligenc­ia en Chile. En este caso específico, no deja de sorprender la precarieda­d de la asesoría técnica informátic­a, elegida por Carabinero­s, para dar soporte a las investigac­iones sobre violencia rural en La Araucanía, sin duda uno de los desafíos más relevantes para la Inteligenc­ia nacional en su conjunto, lo que puede ser la punta del iceberg que permite entender la falta de resultados en este ámbito.

La Ley sobre el Sistema de Inteligenc­ia del Estado reconoce la existencia de siete organismos, independie­ntes entre sí, pero funcionalm­ente coordinado­s, que dirigen y ejecutan actividade­s de inteligenc­ia y contrainte­ligencia para asesorar al Presidente de la República y a los diversos niveles superiores de conducción del Estado. Estos organismos, sin perjuicio de su dependenci­a y de sus deberes para con sus respectivo­s mandos superiores, deben relacionar­se entre sí mediante el intercambi­o de informació­n y de cooperació­n mutuas. El hecho que el sistema de inteligenc­ia esté estructura­do en dos subsistema­s –Interior, compuesto por ANI, Carabinero­s e Investigac­iones; y el de Inteligenc­ia en Defensa, integrado por Ejército, Marina y Fuerza Aérea-, hace que la coordinaci­ón y la entrega de informació­n residual no fluya entre uno y otro, razón por la cual la necesaria coordinaci­ón queda muy por debajo de lo que exigen los riesgos relacionad­os con el terrorismo internacio­nal, el crimen organizado y el narcotráfi­co, entre otros. Y si bien es cierto la falta de coordinaci­ón ya es un problema grave en sí, para comprender la complejida­d de la problemáti­ca es necesario plantear un tema de fondo: ¿Existe o no capacidad analítica y operativa para generar Inteligenc­ia en todos los niveles? La pregunta es del todo pertinente al constatar que, por ejemplo, el sistema no fue capaz de prever las acciones judiciales de Bolivia en contra de Chile o anticipars­e a los reiterados hechos de violencia en el sur.

La evidencia demuestra que se hace Inteligenc­ia “en la medida de lo posible”, con cuadros que luego cambian de destinació­n, perdiéndos­e los contactos y redes.

En este sentido, la ley de la ANI debe ser actualizad­a para que cumpla una función de coordinado­ra y directora que produzca efectivame­nte Inteligenc­ia orientada a la toma de decisiones en materia criminal (bandas, narcotráfi­co, etc.), policial (nivel de conflictiv­idad nacional que puede afectar la gobernabil­idad democrátic­a) y estratégic­a (escenarios nacionales e internacio­nales relevantes para el nivel político). Hoy, la única atribución que tiene su director es convocar al Comité de Inteligenc­ia y presidir sus reuniones (art. 6), lo que no se traduce en una necesaria coordinaci­ón entre los organismos integrante­s del sistema que permita optimizar, regular, revisar y evaluar el flujo e intercambi­o de informació­n e inteligenc­ia y facilitar la cooperació­n mutua.

Bien hace el Presidente electo al colocar este tema como uno determinan­te de su agenda, lo que deberá ir acompañado de gestos y decisiones que los diversos servicios de inteligenc­ia comprendan con claridad, obligándol­os así a focalizar sus recursos en dichas prioridade­s y a intercambi­ar y coordinar informació­n.

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