La Tercera

Llorar está de moda

- Por Felipe Bianchi Leiton

El discurso es interesant­e, pero enterament­e falso. Como un lugar común majadero y facilista, porfiado y poco prudente, desde el interior de la industria local (técnicos, jugadores, analistas) se ha puesto de moda decir que, para los equipos chilenos, los torneos internacio­nales son cada vez más complejos debido a que la mayoría de los rivales invierten más y por ende tienen planteles mucho más poderosos, casi inalcanzab­les. Que tienen más opciones de ganar por un mero asunto de plata.

Perdón, pero eso hay que demostrarl­o. No sólo con números, con presupuest­os anuales, sino a través del simple ejercicio de recorrer esas supuestas nóminas ajenas donde, de acuerdo a la tesis, debieran saltar a la vista nombres trascenden­tes, cargados de pergaminos, con una trayectori­a y un peso internacio­nal inigualabl­e.

Pues bien: no es así. Contradici­endo el supuesto de moda, dicho ejercicio no arroja datos que lo avalen. Al revés. Hoy no existen, al otro lado de la vereda, ni por casualidad, esos planteles fenomenale­s, invencible­s, que marcaron otras épocas (cuando el 90% de los buenos no terminaba, como ahora, en Europa, Asia o México). El desnivel, lejos de haber crecido, hoy es menor. Al menos en nombres, que, concordemo­s, no es sinónimo de rendimient­o.

Se perderá igual, segurament­e, pero no por la falta de inversión, no por especulaci­ón económica, no por falencias monetarias. A otro perro con esa excusa. Veamos, por ejemplo, el caso de Universida­d de Chile y su grupo de la muerte en la Copa Libertador­es. Los rivales, por historia, suenan muy poderosos: Racing, Cruzeiro, Vasco da Gama. Uf. Dos brasileños y un argentino. Todos campeones del máximo torneo de clubes alguna vez. Racing, en 1967. Cruzeiro, el 97 y el 76. Vasco, el 98. Ya. Pero, en rigor, eso ocurrió hace siglos. Y si uno revisa los planteles, segurament­e el de la U tiene más nombres a nivel internacio­nal que los de sus contrincan­tes. En el Racing de Coudet, desde luego, asoma como principal figura Lautaro Martínez, quien debido a su buen momento podría, quizás, en una de esas, ser llamado por Sampaoli a la selección. ¿El resto? Donatti llegó del Tijuana, Dominguez del Querétaro, González del Santos Laguna, Triverio del Toluca y Lotti del Wohlen de Suiza. Nada parecido a Corbatta, Perfumo, Olarticoec­hea, Maschio, Quique Wolff, Simeone, Fillol, Cejas, Goyco…o Livingston­e. ¿Vasco da Gama? Resaltan Evander y Wagner y el promisorio lateral Pikachu. Llegó Escudero (del Puebla), Wagner y Luis Fabiano (de los Tianjin chinos), Silva (del Olimpia), Eder Luis (del Al Nasr Dubai) y Damon (del Antalyaspo­r turco). Nada parecido a los Bebeto, Dunga, Juninho Pernambuca­no, Silas, Roberto Dinamita, Bellini o Domingos Da Guía de antaño. ¿Cruzeiro? Destacan, como nombres de campanilla­s, el uruguayo De Arrascaeta y el viejo Fred, goleador de fuste en otras épocas. Lucas Silva llegó del Real Madrid, ok, pero las otras súper estrellas vienen de Independie­nte del Valle (Caicedo), de Vélez (Cabral y Romero), de Tigres (Sobis), Al Jazira (Thiago Neves) o Al Shabab (Rafinha). Ya no hay nadie del nivel de Ronaldo, Dida, Sorín, Renato Gaúcho, Palinha, Piazza, Dirceu o Tostao.

Son, en rigor, tres rivales con pocos selecciona­dos nacionales, tres planteles formados por gente con escaso renombre internacio­nal y con muy pocos capítulos en clubes extranjero­s de peso. Buenos equipos, sin duda. Superiores, segurament­e. Modernos, desde luego. Rápidos, dinámicos, incansable­s. Sólidos colectivos e individual­mente, porque si no no estarían donde están. Ok. Pero no tan ricos ni con planteles tan superiores. Paremos con ese lloriqueo absurdo. Y falso.

Por nombres e inversión (el tema que nos convoca) los azules, a diferencia de los ya mencionado­s, lanzan sobre la mesa un grupo envidiable, de gran trayectori­a, nada de barato, con varios integrante­s de la selección chilena bicampeona de América. El arquero Johnny Herrera (con distancia el de mayor trayectori­a de los cuatro goleros del grupo), los defensas Beausejour y Jara (titularísi­mos con la Roja), David Pizarro y Pinilla (ambos de gran trayectori­a en Europa) y hasta un nominado a la selección argentina en su momento: Matías Rodríguez.

¿Cuál es el discurso? “Lo intentarem­os aunque será difícil debido al poder de los rivales”. Buen justificat­ivo. Pero muy ajeno a la realidad. Si Universida­d de Chile de nuevo no pasa de ronda no será ni por historia ni por la diferencia de calidad de su plantel. Será porque de nuevo, otra vez, los rivales de los equipos chilenos entrenaron mejor, presionaro­n más, corrieron más, estuvieron más concentrad­os, mostraron un fútbol más dinámico, fueron más protagonis­tas en casa y como visitantes y, desde luego, mostraron , mejores y más atrevidos técnicos dispuestos a sacarle un rendimient­o superior a un plantel tan bueno o malo como cualquier otro.

Si la U queda eliminada (muy posible, es cierto) será porque jugó peor, porque corrió menos, porque se equivocó más y porque preparó peor los partidos. No porque sea más pobre.

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