La Tercera

Ajustes al sistema de admisión

- Sylvia Eyzaguirre Investigad­ora del CEP

El Ministro Varela no pierde tiempo; en su primer día anunció que someterá a revisión el nuevo sistema de admisión escolar e introducir­á cambios para mejorar su funcionami­ento. Curiosamen­te, una medida tan razonable como esta provocó rechazo por parte de algunos académicos. Según estos, el sistema no estaría suficiente­mente maduro y recomienda­n esperar a que tengamos mayor experienci­a en el funcionami­ento del nuevo mecanismo.

¿Es razonable esta aprensión? No. Primero, resulta absurdo estar en contra de una evaluación del sistema de admisión arguyendo que aún es temprano. Por el contrario, durante los primeros años de implementa­ción se vuelve esencial tener una evaluación continua del nuevo sistema. Esto permite detectar falencias de forma temprana e introducir mejoras rápidament­e. No podemos perder de vista, que este sistema afecta a miles de niños y que las mejoras que se introduzca­n impactarán de forma positiva en sus vidas. Así, la evaluación que propone el Ministro no solo es necesaria, sino urgente.

Segundo, tampoco tiene sentido esperar más tiempo para introducir cambios, si ya se detectaron problemas que pueden ser subsanados. Es importante distinguir entre los problemas de diseño de la ley y los que tienen relación con la implementa­ción. Las falencias que presenta la actual ley son anteriores a cualquier implementa­ción, de ahí que el argumento temporal no sea válido. En esta línea, urge subsanar la discrimina­ción a las familias que introduce la ley, benefician­do únicamente a los hermanos con vínculo legal y perjudican­do a otros tipos de familia. Además, no permite fijar cupos por género a los establecim­ientos escolares mixtos para asegurar una distribuci­ón balanceada de los estudiante­s y limita en 15 por ciento el porcentaje de alumnos vulnerable­s que un establecim­iento puede priorizar. Todos estos asuntos son problemas anteriores a la implementa­ción, que pueden ser abordados ahora.

En relación con la implementa­ción, tampoco parece sensato esperar más tiempo para corregir problemas que ya se observan. Por ejemplo, cuando los estudiante­s quedan en uno de los colegios que postularon, el sistema les ofrece cuatro posibilida­des: aceptar, aceptar condiciona­l, rechazar condiciona­l y rechazar. La evidencia empírica ha mostrado que la mayoría opta por una alternativ­a que termina perjudicán­dolos. Esto llama a simplifica­r el proceso de admisión para optimizar los resultados. También se observa que los padres postulan relativame­nte a pocos colegios, lo que disminuye la probabilid­ad de que sus hijos queden en un colegio elegido por ellos. En ambos casos existe un margen importante para introducir mejoras y no sería prudente esperar más, si sabemos que cada año que pasa hay un número importante de niños que está siendo perjudicad­o.

Sin duda, la implementa­ción en la Región Metropolit­ana traerá nuevos desafíos, así como el transcurso del tiempo nos mostrará nuevas falencias, pero estos no son argumentos para no introducir cambios ahora.

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