La Tercera

Rompecabez­as

- Por Mauricio Jürgensen

Ciento doce shows, solo 43 artistas chilenos en la lista y no más de 20 solistas o grupos con mujeres entre sus filas. Lollapaloo­za ingresa a su octava versión local con deuda de mayor representa­ción nacional y paridad de género, temas sensibles para los tiempos que corren, pero con una fórmula artística que de tan probada va simplement­e a la segura.

Tal como ha sido tendencia en los últimos seis años (después del tanteo inicial con números como Kanye West en 2011 y Björk en 2012), la oferta de esta temporada se inclina por lo que ha sido más rentable en el país: rock de los noventas, estrellas de la década pasada y un tercer nicho donde aparecen los chilenos en boga, los DJs de moda y las estrellas del indie pop.

Es un hecho de la causa: Lollapaloo­za Chile 2018 apuesta a la segura para satisfacer la primera de sus urgencias que es atraer a la mayor cantidad de gente en los distintos públicos convocados. Porque son muchos los festivales que habitan en Lollapaloo­za y es muy probable, por ejemplo, que los que llenen esta noche el VTR Stage para ver a Pearl Jam no tengan problema alguno en perderse a Galantis en el Movistar Arena (Perry’s Stage). O que mañana los fanáticos de Camila Cabello ni siquiera se enteren que a la misma hora va a estar tocando Red Hot Chili Peppers.

Sin embargo, si asumimos que Lollapaloo­za es un rompecabez­as que se llena con distintas piezas del mismo tono, habrá que decir entonces que la repetición acusa una progresiva falta de creativida­d. Tres de los cuatro headliners o números principale­s de esta cita ya estuvieron presentes antes (Pearl Jam en 2013, Red Hot Chili Peppers un año después y The Killers en 2011, sumando a su vocalista Brandon Flowers, que también participó de la edición 2016). Y esto sin mencionar a nombres como 31 Minutos que va por su tercera aparición en Kidzapaloo­za. Más aún, la interesant­e veta explorada en 2017 con Duran Duran y Metallica, dos créditos de géneros escasament­e representa­dos en el historial de Lolla Chile, parece haber sido más un accidente que una exploració­n sobre distintos estilos para el cartel.

La inclusión de alguien como David Byrne asoma entonces como una rareza para un evento que tiene la carrera ganada en términos numéricos y que muy probableme­nte redundará en esos comunicado­s finales donde se resaltan los récords de audiencia.

Pero una cosa es lo que funciona y otra es cómo. Y ahí las mentes creativas de Lollapaloo­za Chile podrían desafiarse de cara a los años que vienen a llenar su exitoso rompecabez­as, pero con nuevas piezas.

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