La Tercera

Conciliaci­ón y proyecto Dominga

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El Gobierno decidió restarse del proceso de conciliaci­ón que el Primer Tribunal Ambiental preparaba ante el reclamo de Andes Iron sobre el fallo del Consejo de Ministros -bajo el gobierno anterior- que rechazó el proyecto minero-portuario Dominga. La decisión del Ejecutivo causó sorpresa, aunque parece razonable. Un acuerdo entre la empresa y el Gobierno –en un caso polémico, y con aristas políticas- hubiese generado suspicacia­s, deslegitim­ando el debut de una herramient­a que es parte de la institucio­nalidad ambiental. Ahora será el mismo tribunal el cual deberá pronunciar­se sobre la legalidad de la actuación del Consejo de Ministros, pudiendo incluso hacer que dicha instancia deba volver a manifestar­se sobre la viabilidad del proyecto.

Con todo, el gobierno tiene que fijar una postura definida respecto de los criterios que guiarán las decisiones de inversión. En ese sentido, las declaracio­nes de la ministra de Medio Ambiente, en orden a que pueden existir proyectos “técnicamen­te perfectos, pero políticame­nte inviables”, no contribuye­n a brindar certezas.

Los criterios políticos varían según el sentir de las autoridade­s y la presión que ejerzan distintos grupos de interés, variables que no están bajo el control de los inversioni­stas. Por ello, el principio de reglas claras es una mejor alternativ­a que la veleidosa política. Ello no impide que, para proyectos con repercusió­n nacional, un Consejo de Ministros u otro ente similar manifieste su opinión, aunque ello debiera realizarse en etapas tempranas.

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