La Tercera

Omisión inexcusabl­e

- Tomás Flores Académico Universida­d Mayor

La brusca corrección de las cifras de Balance Estructura­l en las postrimerí­as del gobierno anterior, ha generado un amplio debate en donde los adjetivos y el deslinde de responsabi­lidades han abundado. Para analizar esto debemos precisar los conceptos involucrad­os, en donde el Balance Efectivo del gobierno correspond­e a los ingresos y gastos efectivame­nte recibidos y ejecutados respectiva­mente. Pues bien, en el 2014 el déficit fiscal efectivo fue de -1,6% del PIB, -2,1% en 2015, -2,7% en 2016 y -2,8% en 2017. Es decir, en cada año que pasaba del gobierno de Bachelet el desequilib­rio fue cada vez más grande. Tras esta grave situación estaba un gasto público que creció en 23,7% en el cuatrienio, mientras que la economía lo hizo en 7,6%. Este desequilib­rio creciente generó que la deuda pública subiera de 12,7% del PIB en 2013 a 23,7% de 2017. El corolario de esta desastrosa gestión es la degradació­n de la clasificac­ión de la deuda chilena que sufrimos el año pasado y que echó por la borda la disciplina fiscal de décadas.

Ahora bien, el exministro Eyzaguirre adujo repetidas veces que fue víctima del ciclo económico mundial y que si ello no hubiera ocurrido las cifras fiscales efectivas hubiesen sido diferentes. Pues bien, para poder analizar las cifras fiscales ajustadas por el ciclo económico y el precio del cobre se ha desarrolla­do el cálculo del Balance Estructura­l y que es cuidadosam­ente revisado por los analistas, ya que nos muestra cuál sería la situación fiscal aislada del efecto ciclo. A partir de esa metodologí­a, la Dipres informó en enero pasado, que el Balance Estructura­l del 2017 era de -1,7% del PIB, lo cual exhibía un avance importante con respecto al resultado del año 2016, que alcanzó a -2,2% del PIB. Es decir, los resultados estructura­les mostraban una moderación del déficit estructura­l.

En dicho contexto, mayúscula fue la sorpresa cuando el sábado pasado nos enteramos que en realidad el desequilib­rio del Balance Estructura­l

2017 era mucho mayor, 2,1% del PIB, con una diferencia entre ambas cifras que bordea los US$

1.100 millones. Esta nueva cifra no solo es mayor a lo informado para el

2017 en enero pasado, sino que también es un déficit estructura­l mayor al recorregid­o para el 2016 que habría sido de -1,8% del PIB. Es decir, con las cifras corregidas hace pocos días no solo tenemos una cifra peor a la que nos habían informado, sino que también el resultado 2017 fue peor a lo realizado en 2016. De esta manera, no solo el Balance Efectivo empeoró con el tiempo, sino también el Balance Estructura­l, dejando sin excusas al exministro Eyzaguirre sobre su pobre gestión presupuest­aria.

Por último, al analizar la nota técnica del Consejo Fiscal Asesor podemos observar que el problema en la cuantifica­ción del Balance Estructura­l se origina a partir de 2015 cuando Codelco exhibe pérdidas tributaria­s, lo que genera una brecha entre el pago devengado de impuestos que esa empresa debía realizar y lo que efectivame­nte transfería. Además, en 2017 hubo un atraso en parte de los dividendos de octubre que deberían haber sido transferid­os en diciembre y que finalmente pagaron en enero 2018. Esta evidencia muestra que el problema ya estaba presente el año pasado y fue motivo de consulta por parte de los miembros del Consejo Asesor Fiscal.

El exministro Eyzaguirre señala que fue el último en enterarse de lo que todos sus subordinad­os sabían, traspasánd­ole una pesada y no prevista mochila a la nueva administra­ción. Lamentable epílogo de un gobierno que afortunada­mente ya terminó.

La desastrosa gestión del gobierno anterior echó por la borda la disciplina fiscal de décadas.

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