Omisión inexcusable
La brusca corrección de las cifras de Balance Estructural en las postrimerías del gobierno anterior, ha generado un amplio debate en donde los adjetivos y el deslinde de responsabilidades han abundado. Para analizar esto debemos precisar los conceptos involucrados, en donde el Balance Efectivo del gobierno corresponde a los ingresos y gastos efectivamente recibidos y ejecutados respectivamente. Pues bien, en el 2014 el déficit fiscal efectivo fue de -1,6% del PIB, -2,1% en 2015, -2,7% en 2016 y -2,8% en 2017. Es decir, en cada año que pasaba del gobierno de Bachelet el desequilibrio fue cada vez más grande. Tras esta grave situación estaba un gasto público que creció en 23,7% en el cuatrienio, mientras que la economía lo hizo en 7,6%. Este desequilibrio creciente generó que la deuda pública subiera de 12,7% del PIB en 2013 a 23,7% de 2017. El corolario de esta desastrosa gestión es la degradación de la clasificación de la deuda chilena que sufrimos el año pasado y que echó por la borda la disciplina fiscal de décadas.
Ahora bien, el exministro Eyzaguirre adujo repetidas veces que fue víctima del ciclo económico mundial y que si ello no hubiera ocurrido las cifras fiscales efectivas hubiesen sido diferentes. Pues bien, para poder analizar las cifras fiscales ajustadas por el ciclo económico y el precio del cobre se ha desarrollado el cálculo del Balance Estructural y que es cuidadosamente revisado por los analistas, ya que nos muestra cuál sería la situación fiscal aislada del efecto ciclo. A partir de esa metodología, la Dipres informó en enero pasado, que el Balance Estructural del 2017 era de -1,7% del PIB, lo cual exhibía un avance importante con respecto al resultado del año 2016, que alcanzó a -2,2% del PIB. Es decir, los resultados estructurales mostraban una moderación del déficit estructural.
En dicho contexto, mayúscula fue la sorpresa cuando el sábado pasado nos enteramos que en realidad el desequilibrio del Balance Estructural
2017 era mucho mayor, 2,1% del PIB, con una diferencia entre ambas cifras que bordea los US$
1.100 millones. Esta nueva cifra no solo es mayor a lo informado para el
2017 en enero pasado, sino que también es un déficit estructural mayor al recorregido para el 2016 que habría sido de -1,8% del PIB. Es decir, con las cifras corregidas hace pocos días no solo tenemos una cifra peor a la que nos habían informado, sino que también el resultado 2017 fue peor a lo realizado en 2016. De esta manera, no solo el Balance Efectivo empeoró con el tiempo, sino también el Balance Estructural, dejando sin excusas al exministro Eyzaguirre sobre su pobre gestión presupuestaria.
Por último, al analizar la nota técnica del Consejo Fiscal Asesor podemos observar que el problema en la cuantificación del Balance Estructural se origina a partir de 2015 cuando Codelco exhibe pérdidas tributarias, lo que genera una brecha entre el pago devengado de impuestos que esa empresa debía realizar y lo que efectivamente transfería. Además, en 2017 hubo un atraso en parte de los dividendos de octubre que deberían haber sido transferidos en diciembre y que finalmente pagaron en enero 2018. Esta evidencia muestra que el problema ya estaba presente el año pasado y fue motivo de consulta por parte de los miembros del Consejo Asesor Fiscal.
El exministro Eyzaguirre señala que fue el último en enterarse de lo que todos sus subordinados sabían, traspasándole una pesada y no prevista mochila a la nueva administración. Lamentable epílogo de un gobierno que afortunadamente ya terminó.
La desastrosa gestión del gobierno anterior echó por la borda la disciplina fiscal de décadas.