La Tercera

Pearl Jam: vivos

- Por Mauricio Jürgensen

La noche del martes optaron por un repertorio de acuerdo a las circunstan­cias escénicas. La lógica de “arena”, que en el caso de Chile estuvo lejos de ser un espacio íntimo con 17 mil personas repletando el recinto del Parque O’Higgins, permitió que la banda privilegia­ra canciones de medio tiempo o derechamen­te baladas que nunca habían tocado en Santiago como Low Light, Around the bend, Garden, Footsteeps o Come Back, esta última dedicada al caído Chris Cornell. La sensación de algunos, los más exigentes, es que esa noche faltó rock por el espacio más bien acotado para el repertorio más acelerado de la banda y también de temas considerad­os imperdible­s, como Jeremy y Yellow Ledbetter.

Tres noches después, en el cierre de la primera de las tres jornadas previstas para Lollapaloo­za Chile 2018, los de Seattle confirmaro­n su gran juego de piernas y capacidad de reacomodo al montar un set que esta vez estuvo pensado para lo que tenían que enfrentar, nada menos que 80 mil fanáticos en su segundo arribo a este festival en Chile.

Lo notable es que en ambos casos el resultado fue el mismo, un fervor que se ve cada vez menos en este país y que deja claro por qué Pearl Jam se ha vuelto un grupo imprescind­ible por sus directos, donde básicament­e no tiene competenci­a.

En la primera media hora no repitieron ninguna de las seis canciones con las que empezaron su recital del martes (cinco de las diez primeras ni siquiera sonaron en ese mencionado show) y la conclusión es clara: Pearl Jam se reinventa cada noche confiando más en el instinto que en la eficacia de cierto repertorio.

Tal como el martes pasado en Movistar Arena, Eddie Vedder intentó explicarse con un español precario, un gesto que más allá de la anécdota grafica la voluntad de acercarse al público y de establecer una conexión que vaya más allá de la música. Para decirlo en simple y en justicia con lo visto en el VTR Stage, su concierto fue simplement­e arrollador y no sólo por el poder de convocator­ia, sino también por lo que se genera en cada una de sus entregas.

Pearl Jam es la única banda de su época y quizás del rock americano de los últimos 25 años que todavía aspira a cierta épica y que no falla en el intento de convertir cada una de sus presentaci­ones en una experienci­a única, en algo para atesorar. La muestra, rotunda como la de anoche, está ahí a prueba de miopes y para orgullo de sus seguidores. Y no hay mucho más que decir porque es evidente, a pesar de los años los de Seattle, siguen totalmente vivos.

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