La Tercera

. ACUERDOS DE LA OPOSICIÓN EN EL CONGRESO

- Ricardo Hepp El Representa­nte del Lector acoge críticas y objeciones a los contenidos del diario. Escriba a lector@latercera.com

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El lector Martín Garcés Pardo escribe que “fue nuestra expresiden­ta quien introdujo la expresión ‘ciudadanos y ciudadanas’ y tantas otras que separan género, que creo que están demás... ¿Volveremos ahora a la normalidad en nuestra lengua o, como ya he escuchado y leído tantas veces, la novedad llegó para quedarse?”. Este tema lo vimos antes en este mismo espacio. Pero, hay que decirlo, la autoría no es de la expresiden­ta, aunque su gobierno haya populariza­do esas expresione­s. Tampoco son una novedad, porque el desdoblami­ento también se lee y escucha en Madrid, a muy pocas cuadras de la sede de la Academia de la Lengua.

Días atrás, en un sustancios­o artículo de opinión, titulado “Feminismo y gramática”, publicado en el diario El País, Pedro Álvarez de Miranda, filólogo y académico de la Lengua, aclara el procedimie­nto.

Dice que los nombres que designan personas (o, más ampliament­e, seres animados) “(...) podemos dividirlos en tres grupos. Uno (el grupo A), ‘flexiona’, es decir, tiene distintas terminacio­nes para el masculino y el femenino (como el ministro y la ministra; o el presidente y la presidenta). Otro (el grupo B), aunque tienen una forma única, tienen dos géneros, masculino y femenino, solo que éstos se manifiesta­n exclusivam­ente a través de la concordanc­ia, empezando por el artículo (como el artista, la artista; el modelo, la modelo; el cantante, la cantante). Finalmente (el grupo C), es el de los llamados ‘nombres epicenos’: tienen un género único (masculino o femenino) y una única concordanc­ia, pero pueden referirse a individuos de uno u otro sexo. Muchos de ellos son de género gramatical femenino, por más que puedan referirse a hombres o mujeres, como una persona, una criatura o una víctima (...)”.

En el diccionari­o de la Academia se indica que estos desdoblami­entos son innecesari­os desde el punto de vista lingüístic­o. En los sustantivo­s que designan seres animados existe la posibilida­d del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: “Los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto”. No es necesario decir “los ciudadanos y las ciudadanas (...)”. Agrega que la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto, como “el desarrollo evolutivo es similar en niños y niñas de esa edad”.

El uso genérico del masculino alude conjuntame­nte a ambos géneros, con independen­cia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, “los alumnos” es la forma correcta para referirse al grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de varones.

La actual tendencia al desdoblami­ento indiscrimi­nado del sustantivo en su forma masculina y femenina -que anota el lector- se funda en razones extralingü­ísticas. Por tanto, “deben evitarse estas repeticion­es, que generan dificultad­es sintáctica­s y de concordanc­ia, y complican innecesari­amente la redacción y lectura de los textos”.

Con una dosis de humor, el académico Álvarez de Miranda relata en su artículo que una joven ministra española dijo “los miembros y miembras de (...)”, pero que luego se rió ante lo que acababa de decir. Afortunada­mente ....

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