La Tercera

DÉFICIT FISCAL DE CHILE

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SEÑOR DIRECTOR

Se ha generado en la prensa un activo debate en torno al déficit fiscal de Chile. El mismo derivó en una dura polémica sobre el origen –error o mala intención- de la significat­iva discrepanc­ia entre el déficit estructura­l de 2017 anunciado a comienzos de este año, y aquel dado a conocer algunos días atrás.

En definitiva el fisco parece haber gastado en 2017 un 2,1 por ciento más de los ingresos que habría tenido si la economía hubiese estado plenamente empleada. Así el gobierno de Michelle Bachelet no cumplió con su propia meta en materia de equilibrio estructura­l, gastando significat­ivamente más de lo debido.

El problema de fondo fue la falta de la necesaria disciplina fiscal. Gastos fiscales mayores a los ingresos se cubren con mayor endeudamie­nto, parte del cual proviene de fuentes externas y, más pronto que tarde, se traduce en un aumento de tasas de interés en Chile, tanto para el fisco como para los inversioni­stas privados. Como resultado, se desalienta la inversión de los últimos. En efecto, el gasto público tiende a desplazar al gasto privado y el mecanismo implícito que lo hace posible es –en último término- el poder tributario del Estado.

La restricció­n presupuest­aria que enfrentan los consumidor­es e inversioni­stas, como conjunto, los disciplina.

Para el sector público, sin embargo, tal limitación es, de facto, más blanda, por lo que se hace necesario establecer institucio­nes cuyo fin sea ordenarlo en sus desembolso­s y asegurar se mantengan dentro de los límites democrátic­amente establecid­os.

Es una excelente noticia saber que la autoridad enviará al Congreso un proyecto de ley para modernizar la regla fiscal y para dotar de autonomía al Consejo Fiscal Asesor, disminuyen­do así las posibilida­des de que se repitan los excesos observados en algunos de los últimos años.

Rolf Lüders

Economista

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