La Tercera

La imperfecci­ón de la semana perfecta

- Ingeniero civil industrial, MBA Por Carlos Correa

La primera semana del nuevo gobierno parece sacada desde una serie de televisión. Leyó bien a la opinión pública hastiada por los desaguisad­os de los últimos días del gobierno anterior, e hizo lo correcto. Cambió la plana mayor de Carabinero­s, sacando a Villalobos que llevaba varios meses prestado en el cargo. El nuevo general director fue elegido con pinzas para que fuera lo más alejado de la filosofía de control político que rodeó al caso “Huracán”, y sobre todo del escándalo “Pacogate”.

Por otro lado, retiró el polémico decreto que nombraba notario al fiscal del caso Caval. Lo hizo sin entrar en la polémica por el rol de la jefa de gabinete de la anterior presidenta, y sin tampoco dar mayores explicacio­nes. También en esta semana, el nuevo ministro de la Segpres se extremó en atenciones con la oposición para así navegar en las aguas turbulenta­s del Congreso. En otro acierto, la ministra del Medio Ambiente descartó la peregrina idea de una conciliaci­ón en el polémico proyecto de la minera Dominga, obligando al Tribunal Ambiental a resolver el fondo. El resto del gobierno, salvo alguna estridenci­a del ministro de Economía, también pareció cuidar las formas y evitar polémicas de más, centrándos­e en gobernar.

Tanta perfección muestra una cuidadosa preparació­n de los primeros días de gobierno. El contraste evidente con la retirada en desorden de la Nueva Mayoría, donde todo el diseño del ex segundo piso sobre el legado no eran más que fanfarrona­das, fue un regalo que permitió lucirse más aún en su partida.

Pero tras toda esta cortina de corrección se esconde un problema profundo del gobierno de Piñera. Su desconexió­n con el rumbo que tiene el país parece aún mayor. El gobierno se sigue viendo como demasiado derechista en una sociedad cada vez más seculariza­da y liberal. No hay en el relato de las nuevas autoridade­s alguna concesión a ello, sino una negación hacia el mundo nuevo en que viven los chilenos.

En la derecha siguen creyendo que ganaron porque el país se derechizó y no porque se enfrentaro­n a un candidato mediocre que nunca incluyó la palabra “crecimient­o” en su verborrea. Si se revisan las encuestas que realizó el gobierno anterior y se publicaron estos días, se verán ciudadanos desconfiad­os de la política, pero que creen en sí mismos, queriendo más libertades, más derechos, con un fuerte apoyo a la gratuidad universita­ria y la ley de aborto en tres causales, un fuerte rechazo a los abusos empresaria­les y una decepción respecto de la presidenta Bachelet.

La evidente ceguera de quienes “orejeaban” a la presidenta parece que se contagió a las nuevas autoridade­s, que siguen oliendo a conservadu­rismo en todos sus discursos. Un ejemplo de ello fue el foro Icare, donde ninguno de los tres ministros del nuevo gabinete se hizo cargo del nuevo Chile y parecieron más dignatario­s de los Borbones después de la caída final de Napoleón predicando la restauraci­ón económica. El más arrebatado de ellos sin duda fue el ministro de Planificac­ión Social, quien culpó a los migrantes de los problemas sociales, bailando a la música del populismo conservado­r que campea en Twitter.

El riesgo de tal corrimient­o a la derecha en una sociedad mucho más liberal y consciente de sus derechos es que finalmente el gobierno no pueda tener agenda y que sean los acontecimi­entos los que pauteen su acción, dejándolo a merced de los vientos. Un ejemplo de ello es el cambio que tuvo que tener en materia de identidad de género a raíz del éxito de la película Una mujer fantástica.

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