Un nuevo escenario en la crisis de Cataluña
Con la detención del líder separatista catalán Carles Puigdemont en Alemania, tras cruzar la frontera desde Dinamarca, el movimiento independentista de Cataluña ingresó a una nueva fase. La captura –que se suma al procesamiento por el delito de rebelión de 13 políticos implicados en el proceso separatista- no solo responde al correcto cumplimiento de una orden emanada por la justicia española sino que aparece como una clara señal de que la aspiración que encarna Puigdemont no tienen espacio para prosperar dentro de la Unión Europea (UE).
No obstante las inevitables movilizaciones que generó la detención, es evidente que lo sucedido es un punto de inflexión y una dura derrota para el separatismo. Con Puigdemont detenido las posibilidades de los partidos independentistas de sumar los votos para lograr instalar un nuevo gobierno catalán se hacen más difíciles. Por ello, más allá de que aún resta un mes y medio de plazo para intentar llegar a algún acuerdo, es claro que el camino más factible para destrabar la situación son unas nuevas elecciones.
Los últimos sucesos demuestran que el camino del independentismo y del quiebre unilateral no tienen espacio ni en España ni dentro de la UE. Por ello, cualquier propuesta de mayor autonomía debe llevarse a cabo dentro de los márgenes constitucionales. La única salida real al margen de unas nuevas elecciones, pasa por dejar de lado las posiciones intransigentes y mostrar, de parte de todos los actores, una mayor disposición a llegar a acuerdos, teniendo siempre en cuenta el respeto a la integridad territorial de España.