DESAFÍO FAMILIAR

Me encuentro demasiado ansiosa, quiero que pronto sea domingo. Aunque entreno desde hace ocho años junto a los Road Runners, éste será mi primer maratón. Y es un desafío familiar, porque lo he preparado junto a mi esposo, Marcelo.

Los 21 kilómetros los he corrido, al menos, unas 10 veces. Pero a medida que van pasando los años, una va pasando por distintos desafíos. El de mi esposo fue hacer su primer triatlón, el mío es éste. Todo comenzó en septiembre, cuando me impuse como desafío los 10 K. Pero 10 K de kilos, no kilómetros. Mi motivación inicial era bajar de peso, igual que él. Porque en esto, a veces uno también se cansa de tanto entrenar, y nosotros estuvimos un momento sin hacer nada y ahí subimos de peso.

No es fácil. Renuncié a dormir tarde, a las bebidas alcohólicas, a las comidas pesadas, pero lo más complejo es que no te puedes levantar tarde, porque cuando entrenas todo funciona más temprano. Los fines de semana estás levantándote a las siete para correr a las ocho.

Los resultados no son gratis, son parte de un estilo de vida. En general, dentro de la preparación, el ser constante y metódico en esto ha permitido que los objetivos se cumplan. Me lesioné, sí, con un par de contractura de gemelos, pero nada más. Entrené tres veces a la semana en pista, y los sábados y domingos corriendo largos. Cinco días en total.

Mi objetivo es completar el maratón, pero también cruzar la meta con mi marido. Que mis hijos me vean corriendo en el kilómetro 35, para superar el muro, también es algo que quiero que ocurra. No corro sola.