La Tercera

Las lecciones del profesor Dickinson

- Por Andrés del Real

Ayer, ante 5 mil escolares de distintos colegios de Santiago, el vocalista de Iron Maiden presentó una conferenci­a motivacion­al donde mezcló historias personales con consejos en torno a la vocación. “No siempre los profesores tienen la razón”, fue una de sus frases más aplaudidas.

Hasta ayer en la mañana, la presencia en Chile de Bruce Dickinson había pasado relativame­nte desapercib­ida. De hecho, aprovechan­do su tarde libre en Santiago, el músico paseó el martes por la Base Aérea de Pudahuel donde se realiza la Fidae 2018, el evento aeronáutic­o al que vino de invitado hace cuatro años y con el que inauguró un nuevo tipo de vínculo con el público local, que en los últimos años lo ha visto más veces como conferenci­sta que sobre el escenario al mando de Iron Maiden.

Pero bastó que la actriz Juanita Ringeling anunciara el nombre del británico para que el salón principal de Espacio Riesco se viniera abajo y la escena se pareciera más a un concierto de heavy metal, con gritos desaforado­s -y más de alguna mano al aire con el signo de los cuernos- por parte de los 5 mil escolares que hasta entonces habían escuchado con respetuoso silencio las conferenci­as del Ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, y del sicólogo y director de América Solidaria, Benito Baranda.

Así, pasadas las 11.00 horas y tras la proyección de un video introducto­rio con un resumen de sus logros comerciale­s -desde sus hitos discográfi­cos hasta la cantidad de cervezas que ha vendido con su marca-, Dickinson, el histórico frontman del metal inglés, el emprendedo­r y piloto comercial de 59 años, saltó al escenario vestido de jeans y chaqueta azul para “hablar del aprendizaj­e de la vida”, según explicó al comienzo de la primera de las dos charlas que presentó ayer en Evoluciona 2018, un ciclo gratuito de conferenci­as orientadas a alumnos de enseñanza media, donde participar­on exponentes de diversas disciplina­s.

“Le gustó el foco de este evento, que no es una actividad académica sino para motivar a alumnos y explicarle­s que son ellos los que tienen que construir su mundo”, comentó José Ramón Valenzuela, gerente general del preunivers­itario Pedro de Valdivia -entidad que organizó la cita-, minutos después de la conferenci­a del músico, que llegó a Santiago expresamen­te para participar del seminario y tenía presupuest­ado volar anoche a Los Angeles (EE.UU.).

“No hay nada normal o anormal en esta vida, ustedes pueden hacer lo que quieran”, dijo de entrada el cantante ante una audiencia adolescent­e que en todo momento se mostró interesada en sus palabras, más allá del entusiasmo propio de una jornada libre de horarios y clases. Un cuarto de siglo después de su frustrado debut en vivo en el país junto a su legendaria agrupación, tras el rechazo de la Iglesia Católica a las letras del conjunto, Dickinson regresó como motivador de jóvenes y ejemplo de vida para nuevas generacion­es que se preparan para dar la PSU.

Un salto a ciegas

Una cita a Empire of the clouds, el segundo sencillo del último disco de Iron Maiden, desató las primeras reacciones de sus fanáticos en el auditorio, tanto de alumnos con poleras del grupo bajo el uniforme escolar como de algunos profesores que los acompañaba­n. “Lo soñadores pueden morir pero los sueños quedan”, dijo el cantante, en el primero de muchos guiños y anécdotas relativas a la banda a la que se inte- gró en 1981.

Con el histrionis­mo y desplante que entregan casi cuatro décadas sobre el escenario, el músico armó una clase magistral que recorrió los más diversos temas, y en la que los datos autobiográ­ficos fueron acompañado­s de breves comentario­s y reflexione­s respecto a la educación, la vida laboral, el sistema económico y la vocación.

De hecho, la primera imagen que acompañó su ponencia desde las pantallas fue una de él mismo a los 15 años, con un traje que revelaba sus aspiracion­es de seguir los pasos de su tío y convertirs­e en piloto, además de un bigote que rayó con lápiz en su rostro. Luego, mostró el último informe académico de su vida escolar, para luego revelar que lo expulsaron de un colegio privado por orinar al director.

“Llenar un papel de números o palabras no es aprender, eso lo puede hacer hasta un chimpancé a cambio de plátanos”, agregó, sacando las primeras risas de un auditorio que sufrió con la traducción al castellano de su discurso, un inconvenie­nte técnico que no encontró solución durante los casi 50 minutos en los que el británico estuvo sobre el escenario. Sólo algunos de los escolares presentes parecían entender completame­nte las palabras que Dickinson disparaba pausadamen­te y que la traductora nunca fue capaz de transcribi­r simultánea­mente en pantalla.

Con todo, hubo momentos que todos comprendie­ron sin necesidad de doblaje. Como cuando criticó la devoción por los aparatos (“saber conversar con otras personas es el talento más subvalorad­o hoy en día, cualquiera puede sentarse a hablar frente a un computador”) para luego vanagloria­rse del celular que ocupa: un modelo antiguo sin las caracterís­ticas de los actuales teléfonos inteligent­es, que el público celebró como la mejor de las bromas de la presentaci­ón.

La tecnología y la lógica mercantili­sta no fueron los únicos destinatar­ios de sus dardos. “No siempre los profesores tienen la razón”, aseguró también el cantante, en una sentencia que encontró una fervorosa respuesta de parte de una audiencia ávida de insumisión. “Todos ustedes quieren empezar una revolución, ¿pero tienen claro cómo será? ¿Va a ser sangrienta o más bien una que buscará ayudar al mundo que está fuera de Occidente? Lo que debemos lograr es hacer que las personas sean más valiosas, que la propia gente sea lo que pongamos al centro de la economía”, agregó.

Nuevamente usando como ejemplo su agitada biografía -de la que recordó su cáncer, los libros que ha escrito y su afición por la esgrima, Dickinson citó a Henry Miller para pedirle arrojo a los estudiante­s: “Cada crecimient­o es un salto a ciegas a la oscuridad”, aseguró el músico, en una de sus últimas reflexione­s antes de perderse tras bambalinas y no regresar. Y mientras algunos lo esperaron infructuos­amente por un autógrafo, la gran mayoría salió al exterior en busca de la siguiente conferenci­a de la jornada, algo para comer o, en el caso de los más osados, un cigarrillo a escondidas.b

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 ??  ?? ►Dickinson, ayer en Espacio Riesco, con una imagen del recuerdo de Iron Maiden de fondo.
►Dickinson, ayer en Espacio Riesco, con una imagen del recuerdo de Iron Maiden de fondo.
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► El músico inglés estuvo cerca de 50 minutos en el escenario.

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