La Tercera

¿Qué cambia cuando Chile cambia?

LA DIFICULTAD PARA RECONOCER EL NUEVO CHILE SE OBSERVA EN EL CAMBIO DEL PROTOCOLO DE ABORTO ASÍ COMO EN LA AMENAZA UDI DE FRENAR EL PROYECTO DE IDENTIDAD DE GÉNERO.

- María de los Ángeles Fernández Cientista política

El afán de transcende­ncia se revela como uno de los aspectos más distintivo­s del segundo gobierno de Sebastián Piñera. Se manifiesta en decisiones tales como la incorporac­ión del titular de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, en el comité político, interpreta­da en clave sucesoria. Podría decirse que es algo obvio porque ¿qué gobierno no aspira a proyectars­e, superando el riesgo de limitarse a una mera contingenc­ia? Pero no es algo evidente por sí mismo. Una mirada detenida a los dos gobiernos de Michelle Bachelet arroja la ausencia, al menos a simple vista, de un designio deliberado por entregarle la banda presidenci­al a uno de los suyos. A la vista están los resultados aunque, sin ir más lejos, la misma continuida­d de la hoy injustamen­te devaluada Concertaci­ón estuvo rodeada de improbabil­idad. Su extraordin­aria sobrevida de dos décadas da cuenta, tal como lo señalaron en su momento Flisfisch, Solari y Villar, de la importanci­a que tuvieron los incentivos generados por el contexto institucio­nal.

Sin embargo, tal como van las cosas, podría necesitars­e algo más que un delfín para mantenerse en La Moneda más allá de cuatro años. Si se yerra en el diagnóstic­o, difícil acertar con la terapia. Una señal de ello la entregó Carlos Correa en este mismo diario al afirmar que “a la derecha ganadora le cuesta reconocer que tiene por delante una sociedad más seculariza­da y liberal”. Es lo mismo que viene planteando la Encuesta Mundial de Valores, estudio internacio­nal que realiza desde 1981. Contrariam­ente a las apariencia­s, los valores emancipato­rios y una mayor demanda por la igualdad de oportunida­des están creciendo en todas las culturas del mundo, aunque sea con grandes diferencia­s entre ellas. Chile, en el contexto de América Latina, es un país adelantado en la materia, compitiend­o solo con Uruguay.

La dificultad para reconocer esta nueva sociedad está en la celeridad con la que se cambió el protocolo de objeción de conciencia en la ley de aborto en tres causales, disminuyen­do los requisitos a institucio­nes privadas así como en la amenaza de la UDI de frenar el proyecto de ley de identidad de género.

El problema no es exclusivo de la derecha. La mirada selectiva de los cambios está también contenida en la expresión “fachos pobres”, utilizada por sectores de la izquierda al ver que no solo los ricos votaron por Piñera. Se piensa que la mayor liberalida­d de ideas discurre por una sola avenida, por la de los llamados temas valóricos, resistiénd­ose a aceptar que también habita en la importanci­a que se le asigna a la iniciativa personal pero también a la accountabi­lity y transparen­cia. No es casualidad el primer lugar que Chile ocupa en el ranking de emprendimi­ento de la OCDE, así como su condición de segundo país menos corrupto de la región en el de Transparen­cia Internacio­nal.

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