La Tercera

De Rusia sin amor

EL RÉGIMEN CONSERVADO­R DE PUTIN DEBE PASAR DEL CAPITALISM­O SALVAJE, SUS PROPIOS INTERESES Y LA PROTECCIÓN DE LOS MÁS RICOS PARA DAR PASO A UNA DEMOCRACIA MODERNA.

- Soledad Alvear Abogada

Los pasillos de los gobiernos occidental­es muestran su abierta preocupaci­ón por la acción del gobierno de Moscú. Las maniobras en contra de Ucrania hace cuatro años atrás fueron el preludio para sostener que estaban de vuelta en la escena mundial y que estaban dispuestos a poner todo su poder en aquello. En ese cuadro, es complejo por tanto lidiar con acusacione­s concretas en contra del gobierno ruso por intervenir de manera escandalos­a en las elecciones presidenci­ales norteameri­canas de 2016, principalm­ente financiand­o toda campaña posible en contra la candidata demócrata Hillary Clinton. También es difícil considerar lo grave que resulta la presencia del dinero ruso en ciudades como Londres, en donde millonario­s a favor y en contra del Kremlin se compran todo a su paso, desde imperios inmobiliar­ios a equipos de fútbol.

Sin embargo, lo de las últimas semanas desafían lo creíble. Cuestionan el nuevo orden alcanzado desde el fin de la Unión Soviética. El envenenar al espía ruso Sergei Skripal y su hija en Salisbury es propio de la Guerra Fría. Tras semanas de lucha ambos están en recuperaci­ón. Recuerdan la muerte por envenenami­ento de Alexander Litvinenko en Londres, por allá en el 2006. Esto fue calcular que no habrían consecuenc­ias de los actos hostiles realizados en suelo extranjero. La reacción de indignació­n vino de inmediato desde Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia.

Theresa May ha señalado en el Parlamento que ninguna autoridad de su país, incluyendo la familia real, asistirá de alguna forma al próximo Mundial de Fútbol, que este año se realiza justamente en Rusia. En resumen, mucho enojo pero poca capacidad de reacción por parte de la comunidad internacio­nal. Los norteameri­canos expulsaron más de 60 diplomátic­os rusos. Estos respondier­on con medidas similares. Esto escala.

Los profesores de Harvard Steven Levistky y Daniel Ziblatt presentaro­n en un libro de reciente publicació­n titulado How Democracie­s die?, un análisis de cómo mueren las democracia­s hoy. Sostienen que hasta las más firmes institucio­nalidades pueden socavarse a lo largo de un tiempo no tan extendido, por medio de prácticas contrarias a la democracia y del estado de derecho producto de actos menores que en sí mismo no destruyen, pero que en su conjunto tienen consecuenc­ias.

No solo se está poniendo en serio riesgo la relación bilateral entre Rusia y el Reino Unido, si no que el orden jurídico establecid­o. Lo anterior incluye el respeto a la integridad territoria­l y el imperio del derecho en el país donde los eventos se producen. Es así que violar esta norma pone en entredicho todo lo planeado por los organismos internacio­nales y particular­mente Naciones Unidas, amén de la preeminenc­ia de la legislació­n sobre derechos humanos por sobre cualquier otra acción ejercida por un tercer estado. Occidente debe condenar lo ocurrido. El régimen conservado­r de Putin debe pasar del capitalism­o salvaje, sus propios intereses y la protección de los más ricos para dar paso a una democracia moderna.

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