La Tercera

El retorno del gran díscolo del rock inglés

Enigmático y complejo, el carácter del líder de Radiohead ha marcado el sonido de la banda desde el comienzo y sus siempre impredecib­les pasos en la industria. Tras casi una semana instalados en la capital, Thom Yorke da esta noche su mayor concierto en C

- Por Andrés del Real

Sus entrevista­s son contadas excepcione­s, por lo que cada una de ellas suele ser un acontecimi­ento. Una de las últimas, para la BBC 6 en junio pasado, fue particular­mente reveladora. Allí, Thom Yorke recordó su juventud, explicó cómo un concierto de Siouxsie and the Banshees lo motivó a convertirs­e en artista y contó que escribió “30 o 40 versiones distintas” de Paranoid android para el célebre Ok computer

(1997). “Siempre fui el loco del grupo”, dijo al ser consultado por la relación con sus compañeros de banda, “pero ahora creo que los contagié a todos”.

Las palabras del líder de Radiohead son, en cierta forma, la confesión de una personalid­ad tan compleja como enigmática, cuyo carácter obsesivo ha permeado al conjunto y marcado los pasos de su carrera desde el comienzo, cuando eran sólo un grupo de amigos de una escuela de hombres de Oxford, inspirados por R.E.M. y Talking Heads. El mismo quinteto que con el tiempo se volvió el nombre más vanguardis­ta e indescifra­ble del rock de este siglo -si es que aún se puede considerar rock lo suyo- y que hoy está de vuelta para dar su mayor concierto en el país, esta noche en el Estadio Nacional.

A casi una década de su debut local, los seguidores chilenos de Radiohead han tenido esta semana la inusual oportunida­d de aproximars­e al hermético círculo de los británicos (ver nota relacionad­a). No por nada, la única biografía formal que se ha escrito del vocalista -firmada por el periodista inglés Trevor Baker en 2009- fue sin acceso a él ni a sus compañeros de grupo. Un carácter impredecib­le forjado a partir de una infancia difícil, en la que Yorke vivió varios cambios de domicilio y se sometió sin éxito a cinco intervenci­ones para corregir una parálisis en su ojo izquierdo, dejándole un párpado caído como marca registrada de su mediático rostro. A esto se sumó un accidente automovilí­stico en su juventud -del que hay referencia­s en temas como Airbag y Killer

cars- y su tendencia a la autodestru­cción tras el primer éxito de la banda, Creep, lo que decantó en una personalid­ad introverti­da y atípica, al menos para los cánones de un rockstar.

Lo último no sólo se ha traducido en la siempre sorprenden­te música del quinteto, sino además en la relación de éste con la industria y los conductos regulares de difusión. Famosas son las “anticampañ­as” de marketing que han acompañado los lanzamient­os de Radiohead -al menos tras Hail to

the thief (2003)- y su autoexilio de las multinacio­nales- como también los trabajos individual­es del cantante, casi todos anunciados sólo días antes de su salida al mercado.

La tendencia comenzó a acrecentar­se con In rainbows, el LP de 2007 con el que Yorke y los suyos volvieron a darle la espalda a los códigos de la industria, masificand­o el sistema “paga lo que quieras”, con el que los usuarios pudieron adquirir el álbum incluso pagando cero peso. La movida, que motivó críticas de otros artistas como Lily Allen y Kim Gordon, fue tan rupturista como la que el cantante protagoniz­ó hace cuatro años, lanzando su segundo álbum solista (Tomorrow’s modern boxes) con una críptica campaña en redes sociales y, en principio, sólo disponible en el servicio BitTorrent.

Y si antes su blanco fueron las compañías discográfi­cas, en los últimos años han sido servicios de streaming como Spotify -en el que Radiohead reapareció en 2016 tras tres años fuera del sistema- y YouTube, que en su opinión “roba arte como los nazis en la Segunda Guerra Mundial”, según declaró al diario italiano La Repubblica en 2015.

Precisamen­te en Italia fue el último recital de Radiohead, en agosto pasado, claro que con un show en el que sólo el guitarrist­a Jonny Greenwood acompañó a Yorke, y de carácter benéfico para las víctimas del terremoto de ese país. Allí apareció el lado humanitari­o del frontman, siempre presente en causas ligadas a los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente y movimiento­s anti-bélicos. También, en batallas más impopulare­s, como la que iniciaron al tocar en Tel-Aviv en julio pasado, pese a la petición de colegas como Roger Waters y su llamado al boicot cultural a Israel.

“Es realmente molesto que artistas que admiro no nos crean capaces de tomar una decisión moral por nuestra cuenta”, retrucó el siempre díscolo líder de los ingleses, quien en diversas ocasiones se ha definido como un tipo “de pocos amigos”.

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► Yorke, de 49 años, compartien­do con sus fans locales ayer en el barrio Lastarria.

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