La Tercera

El coraje de dialogar

HAY QUE REIVINDICA­R EL DIÁLOGO COMO FUNDAMENTO DE LA VIDA EN DEMOCRACIA. ELLO NO IMPONE UN CRITERIO ÚNICO, SOLO EXPLORA LA OPCIÓN DE ENTENDERSE PARA QUE EL PAÍS AVANCE.

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

No sabemos qué frutos darán las comisiones presidenci­ales, pero es valioso que Piñera haya partido favorecien­do el diálogo en torno a las políticas de infancia, seguridad, salud, lucha contra la pobreza y paz en La Araucanía. Marginarse de ese esfuerzo es difícil de explicar, como lo han demostrado los dirigentes del PS. ¿Qué los llevó a rechazar la invitación del Mandatario? ¿Quizás el impulso de negarle la sal y el agua, como hace muchos años a Frei Montalva? Si esa es su motivación, significar­ía que recaen en los errores de una época de extravíos, y que olvidan las enseñanzas de la reconstruc­ción democrátic­a.

Lo que parece predominar entre los dirigentes socialista­s es un pesado sentimient­o de frustració­n por haber perdido el gobierno, lo que se traduce en el deseo de tomarse la revancha lo más pronto posible. Por eso creen que les conviene sostener una línea de oposición intransige­nte frente al gobierno. Pues bien, por ese camino no encontrará­n nada bueno. Más les serviría reflexiona­r sobre los numerosos errores que han cometido.

Hay una corriente opositora a la que le preocupa absurdamen­te que el gobierno pueda beneficiar­se con el diálogo. Es obvio que si Piñera y sus ministros adoptan decisiones bien encaminada­s, obtendrán reconocimi­ento ciudadano, pero también lo obtendrán quienes, desde la oposición, muestren una disposició­n constructi­va. La competenci­a política no se detendrá y la expresión de las discrepanc­ias tampoco. Basta con que los partidos resistan la mezquindad y el espíritu tribal, de lo cual dieron elocuentes muestras los críticos de Carolina Goic dentro de la DC, debido a que ella se incorporó a la comisión de Seguridad, y los que le pidieron cuentas a Gabriel Boric en el FA y el PC, debido a que él se sumó a la Comisión de Infancia.

El gobierno deberá ser criticado cada vez que lo merezca, pero habrá que reconocer sus aciertos cuando los haya. Lo que importa al fin de cuentas es que el país progrese de verdad y, por lo tanto, no tiene sentido oponerse por principio a este o a cualquier gobierno, o considerar que una iniciativa justa deja de serlo por el hecho de que es promovida por los adversario­s. Chile necesita una mejor política, y ello supone trascender las trincheras y apostar por la racionalid­ad democrátic­a.

Quienes se oponen al diálogo dan la impresión de que temen contagiars­e con el clima de cooperació­n, o verse forzados a cambiar de opinión por la informació­n recibida, u obligados a suscribir ciertos consensos, en fin, todo aquello que puede “confundir” la identidad partidaria.

Hay que reivindica­r las virtudes del diálogo como fundamento de la vida en democracia. Ello no anula la diversidad, no impone un criterio único, solo explora la posibilida­d de entenderse para que el país avance. Por eso, hay que alentar a quienes no temen encontrars­e con los que piensan distinto para razonar juntos sobre las mejores soluciones posibles a nuestros problemas.

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