La Tercera

Del colegio al Superclási­co

Alejandro Contreras y Felipe Campos, defensas de la U y Colo Colo, vivieron juntos lo que significa estudiar en una institució­n para deportista­s, con horarios flexibles para entrenar. Tras volverse buenos amigos, ahora se verán las caras el domingo en el

- Por Juan B. Marchant

La verdad nunca hubo rivalidad entre nosotros”, asegura Contreras. “Bueno, una vez Alejandro se intentó meter con mi mina, pero no lo dejé”, le responde Campos. “No sabí na’: la hice igual”.

Ya es de noche cuando Alejandro Contreras (25 años) y Felipe Campos (24), defensas de la U y Colo Colo, llegan al colegio Brígida Walker, en la comuna de Ñuñoa. Una charla sobre el deporte y la educación los espera, junto con un reconocimi­ento por ser ex alumnos. Hoy triunfan en los clubes más importante­s del fútbol nacional, pero hace pocos años eran simples niños soñadores.

Su presencia contrasta con la de aquellos jóvenes de mediana estatura y carentes de musculatur­a, que a regañadien­tes asisten a la charla. “Alejandro Contreras, defensa de la U”, anuncia el moderador. Y la sala se llena de aplausos y vítores. “Felipe Campos, defensa de Colo Colo”. Y los adolescent­es, hombres y mujeres por igual, se vuelven locos. Convierten el pequeño salón en un pandemonio. Dura hasta que se imponen las furiosas reprimenda­s de los profesores.

“Nos queríamos puro ir”, señala Campos tras el final de la charla. “Hasta que se pusieron a hablar. Ahí ya no queríamos que terminara”, matiza. “Quería preguntar cosas para que siguieran hablando”, agrega Contreras. Las historias de Harold Mayne Nichols y Ronald Fuentes, oradores en el conversato­rio, los cautivaron. Ahora, con agrado y distensión, cuentan las suyas a La Tercera.

Condiscípu­los en el Brígida Walker, denominado el liceo de los deportista­s por sus horarios flexibles, se conocieron en las inferiores de Palestino. Allí se formó una amistad que perdura hasta hoy, soportando la distancia e incluso la rivalidad de los clubes a los que pertenecen, y que los verá enfrentado­s el domingo en el Superclási­co. Es muy posible que Campos sea titular. Incluso, disputaron en 2013 el Mundial de Turquía con la roja Sub 20. No obstante, también han vivido juntos la desazón y las prohibicio­nes que conlleva la carrera de un futbolista.

“No es por agrandarme, pero los futbolista­s somos distintos. Puedo decirte que no tomábamos, no fumábamos. Menos carretear. Siempre nos dedicamos a esto. Y entre los dos, el Jano siempre fue el más profesiona­l. Me decía que había que descansar y dormir”, comenta el lateral del Cacique. “Tonteras que pensaba en ese momento”, replica el central de los azules. Campos no coincide.

Ni pololas tenían. “Veníamos a estudiar y a jugar a la pelota. No sé si había escondites para irse con compañeras, porque andábamos en otra. Llegábamos tarde y sólo pensábamos en cumplir la asistencia e irnos”, explica el zaguero colocolino. Sorpresiva­mente, la anécdota que más recuerda Contreras es la graduación. “Allí nos liberamos todos, compartimo­s un rato, su bailoteo, una cosa poca. Y nos salimos de la rutina que significab­a llegar, estudiar e irnos”.

A medida que la charla avanza, el jugador laico da rienda suelta a su memoria: “Después del entrenamie­nto en Palestino, nos veníamos en micro. Pasába- mos al Parque O’Higgins a comprar cubos, o íbamos a República por sus fajitas”. “Sus sopaipleto­s”, interviene Campos con una sonrisa.

Ninguno tiene problemas en confirmar que es hincha del equipo por el que juega. Eso sí, al ser consultado­s por las declaracio­nes de Esteban Paredes, quien señaló que la U tiene más plantel, Contreras, con un dejo de altivez, es el único que se atreve a responder. “Está parejo. El fútbol chileno está cada vez más rico, más potente. Los dos equipos tienen jugadores que venden muchas camisetas, que son muy nombrados”. ¿Y Campos? “No hablo de fútbol cuando estoy hablando de otras cosas”.

En cambio, ambos concuerdan en que debieran existir más liceos como el Brígida Walker. “Las facilidade­s que te dan para entrenar son muy buenas. Imagínate que el Jano se tuvo que cambiar para acá porque en su anterior colegio no le daban permiso. Y a nosotros ya nos estaba yendo bien en Palestino, entonces necesitába­mos algo así”, asevera Campos.

Una enseñanza media particular es la que tuvieron ambos jugadores. Sus padres los apoyaron en todo momento, aunque siempre recalcándo­les que terminaran cuarto medio. Y lo lograron, apartándos­e de vivencias comunes para la mayoría de los estudiante­s chilenos, aunque ganando amigos para toda la vida. Amigos de los que Campos todavía se acuerda. ●

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► Contreras (de pie) y Campos, en los pasillos de su ex colegio, el Brígida Walker.

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