La Tercera

Debate por la educación sexual en colegios y el efecto de baja en uso de preservati­vo

Presidente entró al debate tras aumento de contagios de VIH y dijo que los establecim­ientos pueden participar, “pero nunca contra la voluntad” de la familia.

- Paula Yévenes, Javiera Ortiz y Daniela Muñoz

Preocupaci­ón causaron las cifras sobre alza en los contagios de VIH en el país durante los últimos siete años. Y de acuerdo al registro del Ministerio de Salud, el grupo etario más afectado fue el de 13 a 19 años, que subió en un 105% entre 2016-2017. Esto abrió el debate respecto de la prevención y de la educación sexual que deberían tener los niños.

Y el Presidente de la República, Sebastián Piñera, se vio obligado ayer a entrar en este debate tras los dichos del ministro de Educación, Gerardo Varela, quien afirmó en una entrevista radial que no está de acuerdo con la idea de poner dispensado­res de preservati­vos en los colegios. “(...) Lo que pasa es que uno con sus hijos tiene ciertos niveles de libertad y responsabi­lidad que no lo tiene con los niños ajenos, yo no le puedo decir a usted cómo tiene que educar a los suyos (...)”, dijo el secretario de Estado.

Ayer, en conversaci­ón con el matinal Muy Buenos Días y consultado por las palabras de su ministro, el Mandatario argumentó que “lo más importante es que los padres se preocupen de educar a sus hijos en todo, incluyendo -y a la edad que correspond­e- la educación sexual, porque si llegan sin saber nada se arriesgan a muchos peligros”.

Respecto del rol que cumplen los establecim­ientos en esta materia, Piñera dijo que si bien estos deben participar en la educación sexual de los escolares, nunca pueden hacerlo “contra la voluntad de los padres (...), porque son los que más los quieren y los que mejor saben la forma de enseñarles”.

La postura de Piñera no es compartida por algunos expertos, quienes consideran que no necesariam­ente los padres están preparados para educar a sus hijos en esta materia.

Para la académica del Departamen­to de Psicología de la U. de Chile Irma Palma, el Presidente se equivoca con el rol que le asigna a la figura familiar: “Muchas veces en el núcleo familiar existe la violencia sexual y los padres no son suficiente­mente buenos educadores contra esa violencia. En estos casos, el espacio social de la escuela y el espacio público del Estado son muy necesarios”.

Asimismo, la académica asegura que impartir educación sexual debería ser obligatori­o. Y añadió que “en el Ministerio de Educación tiene que haber un plan que asegure que de aquí a 10 o 15 años se esté ofreciendo educación sexual en todos los colegios del país”.

Pero más allá del debate, ¿cuál es la realidad actual en los colegios? Según indicó el académico de la U. Diego Portales y exjefe de la División de Educación General del Mineduc, Gonzalo Muñoz, “si bien esta no es una asignatura específica, hoy el currículum ofrece varias oportunida­des para abordar este tema a lo largo de la trayectori­a escolar”.

Muñoz agregó, “además, que hay que recordar que la Ley 20.418 de 2010 obliga a todos los colegios públicos y privados a contar con un programa de educación sexual. Y es fundamenta­l que el Mineduc se pronuncie y potencie su política en este tema”.

Respecto de la implementa­ción de clases de educación sexual, la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá (UDI), considera

que debe haber una cobertura a nivel nacional. “Apostamos porque haya distintos planes o programas de educación sexual y afectiva con cobertura nacional, donde los padres junto a los establecim­ientos puedan escoger entre una oferta que sea variada y diversa”, argumenta la secretaria de Estado.

Experienci­as anteriores

Pero lo que propone Plá no es nuevo. En 2012, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, el entonces ministro de Educación, Joaquín Lavín, propuso siete programas de educación sexual entre los que los colegios debían escoger junto a los apoderados y que serían impartidos durante las horas de Orientació­n.

“En ese entonces clasificam­os distintos programas que los colegios podían elegir y con distintos enfoques, algunos laicos, otros cristianos (...). Lo mejor de esta política era que los papás en conjunto con el establecim­iento podían escoger entre distintas opciones”, rememoró Lavín.

Y aunque en esa fecha la implementa­ción de uno de estos programas era obligatori­a por ley para colegios municipale­s, en la práctica no fue así. Tal como explica el académico en políticas educativas, sexualidad y género de la Universida­d Central, Gonzalo Soto, esta iniciativa fracasó porque “cada colegio tomó un manual desde su perspectiv­a ideológica y lo acomodó como quiso, sobre todo en colegios privados, donde no era obligatori­o”.

Para Soto, la política implementa­da durante el primer gobierno de Bachelet entre 2005 y 2010 fue el más asertivo, ya que veía la sexualidad “como una continuida­d y no como una medida reactiva o momentánea frente a un conflicto determinad­o”.

Pero la implementa­ción de diversos planes data desde 1995. Durante el gobierno de Eduardo Frei se propusiero­n las Jornadas de Conversaci­ón sobre afectivida­d y sexualidad (Jocas), las que consistían en diálogos formativos entre estudiante­s, profesores y orientador­es. Charlas que tuvieron menos de un año de duración, dada la negativa de los sectores más conservado­res.b

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