La Tercera

Caída en uso de preservati­vos genera alza de infeccione­s de transmisió­n sexual en el país

Mientras en 2015 el 13,4% de la población reconocía usar condón, la cifra cayó a 10,1% en 2017, lo que, según los expertos, es uno de los factores que ha provocado un alza en enfermedad­es como el VIH, sífilis y gonorrea.

- Cecilia Yáñez

No solo el VIH ha aumentado en los últimos años en Chile. También lo han hecho la gonorrea y la sífilis, dos infeccione­s de transmisió­n sexual que hoy afectan sobre todo a los más jóvenes.

Según el informe de “Situación epidemioló­gica de las infeccione­s de transmisió­n sexual en Chile”, del Ministerio de Salud (Minsal), en 2010 hubo 1.290 casos de gonorrea, los que subieron a 2.768 el año pasado. Lo mismo ocurrió con la sífilis, que pasó de 3.372 casos a 5.961 en el mismo período. En ambas, la tasa de hombres supera a la de las mujeres y el grupo de edad más afectado es el de 15 a 39 años. Geográfica­mente, las regiones de Arica, Antofagast­a, Metropolit­ana, Valparaíso, Los Lagos y Aysén presentan los mayores riesgos.

El VIH pasó de 2.968 casos nuevos confirmado­s en 2010 a 5.816 el año pasado.

Así como la prevalenci­a de estas enfermedad­es sube, baja el uso del preservati­vo, único método de barrera para evitar estas enfermedad­es. Según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida y Salud (Encavi) 20152016 que realiza el Minsal, el 13,4% de la población del país usó siempre preservati­vo durante las relaciones sexuales que mantuvo en los últimos 12 meses. Sin embargo, la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), que también pregunta por su uso siempre en los últimos 12 meses, la cifra baja a 10,1%. Peor diferencia existe si se considera la ENS anterior, aunque la pregunta fue distinta: en la versión 2009-2010 se preguntó si se había usado condón en los últimos 12 meses, pero sin especifica­r que fuera “siempre”, esa prevalenci­a fue de 36,8%.

Para el vicepresid­ente de la Sociedad Chilena de Sexología, Mauricio Salas Sironvalle, este aumento se puede explicar por dos razones: bajo uso de preservati­vo y falta de educación sexual. “En los países desarrolla­dos de Europa, en EE.UU., prácticame­nte el 100% de los jóvenes tiene relaciones sexuales con preservati­vo. Cuando se establecen con una pareja, ambos se realizan exámenes para dejar de usarlo. En Chile, ese porcentaje de uso es muy bajo. Se asume el preservati­vo solo para evitar embarazos, pero no para protegerse de enfermedad­es de transmisió­n sexual. Las pocas campañas que se han hecho tampoco son efectivas. Hay mucho mito, mientras hombres y mujeres tienen más parejas sexuales y se inician antes en la actividad sexual”, dice el urólogo.

Gonorrea resistente

Claudio Figueroa, académico de Ciencias Biológicas y Químicas de la U. San Sebastián, dice que en el último tiempo han aparecido cepas de gonorrea resistente­s a los antibiótic­os tradiciona­les, lo que complejiza el tratamient­o. “Estas dos infeccione­s son transmitid­as por bacterias y se contagian por vía sexual genital, y en el caso de la gonorrea, también oral”, dice.

A nivel internacio­nal, en los países que aumentan estas infeccione­s, el fenómeno se relaciona con la falta de uso de métodos de barrera, como el condón, y en el caso de Chile se suma la falta de educación sexual. “Los jóvenes no asocian el uso del preservati­vo con infeccione­s de transmisió­n sexual, pero sí con el embarazo, porque las campañas de uso han estado enfocadas en eso. Además, tampoco han sido constantes en el tiempo, aparece un brote o un alza de los casos y sale a la discusión, pero luego se olvida de nuevo”, dice Figueroa.

A juicio de Débora Solís, directora ejecutiva de la Asociación de Protección de la Familia (Aprofa), las cifras son solo la punta del iceberg y en ningún caso le sorprenden. “Tenemos 11 puntos de prestación de servicios en el país y vemos cómo llegan jóvenes de 12 o 14 años con signos de infeccione­s sexuales evidentes, lo que implica que se contagiaro­n al menos un par de años antes”, dice ella.

Según la directora de Aprofa, en Chile hoy se está burlando un derecho humano básico, y que es el acceso a la informació­n en salud y sexualidad. “Hoy es en la enseñanza media cuando los alumnos deben recibir informació­n, pero no hay lineamient­os claros, tampoco supervisió­n y menos recursos para hacerlo, pero se debe comenzar en los primeros años de escolarida­d, porque de lo contrario se llega tarde. Hablar de educación en sexualidad, afectivida­d y género no es solo genitalida­d, es también hablar de sexo, y es ahí donde aparecen los cálculos políticos y de otra índole y no llegamos a armar una política pública seria y responsabl­e”, insiste Solís.b

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