La Tercera

ARMISTICIO

- Por Fernando Solabarrie­ta

Colo Colo sigue siendo un foco de polémica. La derrota con Delfín, la renuncia con elástico, la conferenci­a de prensa, los líos internos de la Corporació­n, la lucha fratricida en Blanco y Negro, el gran triunfo en el Súperclasi­co y ahora las elecciones de la concesiona­ria con un nuevo presidente que vuelve. En pocos días, los titulares pasaron por Pablo Guede, Aníbal Mosa, Esteban Paredes y Gabriel Ruiz Tagle.

El regreso del empresario, legítimame­nte cuestionad­o por su paso anterior en el club y su participac­ión en la colusión del papel tisú, ha sido un golpe que provocó gran remezón. El regreso de Ruiz Tagle genera cuestionam­ientos respecto de su idoneidad para este cargo. Sus vínculos con la barra brava, reconocido­s por él mismo en abril de 2012, origina enorme inquietud. Asimismo, su participac­ión en la canallesca colusión del papel tisú, producen rabia e indignació­n. Es una constataci­ón más de que en la sociedad que vivimos el pudor es un sentimient­o en extinción. Pero dicen que la verdad no duele, lo que no tiepresa ne es remedio.

Por lo mismo, es momento de que en Colo Colo miren para adelante. Con un bloque triunfador llegó la hora de que empiecen a pensar en el club, pero en serio. Tal vez sea una oportunida­d de terminar con esta guerra de vanidades y egos de gente poderosa para pensar en una institució­n que hace rato no es la prioridad y que representa al pueblo de Chile. Una institució­n noble, llena de tradición e historia, construida con mucho esfuerzo por mucha gente y que no merece estar en medio de esta disputa de ricos. Basta.

Que la llegada de este nuevo periodo sea el comienzo de una etapa donde el foco sea el club y no los intereses personales. Hay mucho que hacer, demasiado por corregir, una gran cantidad de cosas que reconstrui­r y una enorme deuda social que pagar.

Por de pronto, se debe poner fin a la incertidum­bre del técnico y el camarín. Si Guede sigue o no, tiene que ser resuelto por convencimi­ento y no por convenienc­ia económica. De lo contrario, si pierde dos partidos se pensará en sacarlo y la estabilida­d nunca llegará al equipo.

La presencia de un gerente técnico también tendrá que nacer de la convicción. Si no, seguirá siendo un fusible afecto a ser borrado por un técnico mal empoderado o una directiva que lo utilice como marioneta.

También ésta es una ocasión de acercarse a las bases, a ese lado social que han dejado tan de lado y que ha sido la gran deuda de una sociedad anónima lejana y distante. Es un nuevo tiempo. Ojalá fructífero para Colo Colo, más que para Blanco y Negro.

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