La Tercera

El precio del poder

Polémicas, conspiraci­ones y marginacio­nes. Naufragios internacio­nales, cuatro títulos domésticos y demasiadas portadas. La controvert­ida Era Guede llegó ayer a su fin.

- Por Denís Fernández

No podría haber elegido Pablo Adrián Guede Barriero (43) una fecha más simbólica para marcharse. Ni un número final más acorde a su estilo. Ayer, en el día de la celebració­n del aniversari­o número 93 de Colo Colo, el técnico bonaerense comunicó la rescisión de su vínculo contractua­l con el Cacique. Eclipsando, de paso, el fin de fiesta albo. Y llevándose -por última vez- los flashes consigo.

A dos semanas de su esperpénti­co, televisado y finalmente abortado conato de despedida; a cuatro días de su balsámico triunfo en el Superclási­co ante la U; 48 horas después de la salida de Mosa y 48 antes de la visita de Temuco, Guede dijo adiós. Pero esta vez de forma irreversib­le, obviando paradójica­mente la declaració­n de amor hacia el plantel realizada el pasado 6 de abril y abandonand­o, tras 13 días de navegación, el mismo barco que había jurado que no abandonarí­a. Un regalo de aniversari­o para sus detractore­s, que eran muchos (y hacían mucho ruido). Pero también un golpe fuerte y sorprenden­te para el núcleo duro del camarín. Y todo, claro, en medio del brindis, porque a Pablo Guede -qué duda cabe- jamás le gustó eso de pasar inadvertid­o.

Su controvert­ido gobierno en Macul, de hecho, de 640 días de duración, pasará a la historia probableme­nte como uno de los más polémicos y agitados de los últimos tiempos. Un período en que Colo Colo, es cierto, consiguió bajar al suelo de Pedreros su trigésimo segunda estrella nacional (el Transición 2017); adjudicars­e, con autoridad en todas las finales, tres coronas más (dos Supercopas y una Copa Chile); y, especialme­nte, consolidar su supremacía sobre sus dos principale­s rivales, Universida­d Católica y Universida­d de Chile, ante los que en 11 encuentros (nueve triunfos y dos empates) jamás llegó a claudicar el técnico transandin­o. Pero en honor a la verdad, cuesta creer que vaya a ser por su positivo balance en los clásicos por lo que recuerden al DT, con el paso del tiempo, sus defensores y enemigos.

Y es que Pablo Guede, el ex sindicalis­ta, el técnico de la voz ronca, el talante mourinhist­a y el discurso einstenian­o; el de las superstici­ones y las persecucio­nes, el autoprocla­mado “puto amo”, fue también, durante su estadía en Colo Colo, un entrenador conflictiv­o y un superior despiadado. Un técnico que utilizó la renuncia (tras caer por Copa Chile ante La Serena, de forma humillante, el pasado año, puso también su cargo a disposició­n) como medida de presión; y que llevó a cabo una limpieza interna, en diferentes esferas del club, tan voraz como difícilmen­te comprensib­le.

El entrenador de arqueros Julio Rodríguez, el director deportivo Óscar Meneses o el responsabl­e de las series menores Manuel Crespo (contratado ex profeso por el propio DT) fueron fulminante­mente despedidos por mandato imperativo del entrenador.

Referentes e históricos del equipo como Justo Villar o Julio Barroso fueron apartados del equipo o condenados al ostracismo; discípulos suyos como Mark González llegaron a describirl­o como una persona “bipolar, rencorosa y envidiosa”; ex miembros de su staff técnico, como Germán Cavalieri, a acusarlo de espionaje; y árbitros, como Patricio Polic, a padecer su desatada furia en plena cancha. Sus recurrente­s quejas arbitrales, sus sorprenden­tes teorías sobre la existencia de una confabulac­ión en contra de su equipo y de todo tipo de filtracion­es procedente­s de su entorno inmediato, hicieron el resto. Su desesperad­a decisión de rociar el camarín con vinagre y de plantar ruda en los márgenes de la cancha para encontrar respuestas a las flaquezas deportivas del equipo forma parte también de la memoria colectiva del hincha. También su pésimo rendimient­o internacio­nal, su incapacida­d de lograr un solo triunfo en dos ediciones de la Libertador­es y su sonrojante naufragio ante el modesto Delfín, que terminó por precipitar su salida.

Pero fue probableme­nte su ansia de poder, su obstinada injerencia en las diferentes áreas del club, su continua resistenci­a a perder autoridad, voz y peso -o a compartirl­o-, lo que terminó por detonar su impopulari­dad y agotar su crédito. “Sentí que no se podía dar vuelta con la gente, y ante el veredicto de la gente, decidí salir”, reconocía ayer, en su última conferenci­a como técnico de Colo Colo, el DT, el líder más impopular que ha tenido el conjunto popular a lo largo de los últimos años, el que acometió la limpieza más profunda y terminó quedándose solo. El hombre devorado por su propia ambición y ensombreci­do por su propia sombra.

 ??  ?? ► Pablo Guede, siguiendo ensimismad­o un duelo de Copa Chile ante La Serena.
► Pablo Guede, siguiendo ensimismad­o un duelo de Copa Chile ante La Serena.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile