La Tercera

ERRORES NO FORZADOS DEL GOBIERNO

. SIRIA Y CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU .

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Hace una semana el Presidente Sebastián Piñera cumplió un mes en el gobierno, con una popularida­d en alza y una evaluación positiva de parte de la ciudadanía, por su apuesta por el diálogo y la búsqueda de acuerdos nacionales para enfrentar algunos de los temas más urgentes que preocupan a la sociedad chilena, como la situación de la infancia y la seguridad ciudadana, entre otros. La relativame­nte fluida instalació­n -que parecía haber aprendido de los errores cometidos en el anterior periodo del actual mandatario-, y el escenario político favorable, con una oposición desarticul­ada, sin liderazgo claro, agregaban otro componente propicio para el gobierno. Sin embargo, la semana pasada, una seguidilla de errores no forzados terminaron cambiando este panorama.

El jueves se conoció la designació­n de Pablo Piñera, hermano del mandatario, como embajador de Chile en Buenos Aires. Al margen de las cualidades del economista, la decisión es poco afortunada y con ella el gobierno abrió gratuitame­nte un flanco de críticas. Si bien el ex gerente general del Banco Estado no habría sido la primera opción para el cargo, la presión por designar al jefe de la misión en Argentina antes del viaje oficial del mandatario a ese país habría llevado finalmente a tomar la decisión. Sin embargo, haya sido ese o no un factor en la designació­n, lo cierto es que resulta incomprens­ible que La Moneda no hubiera previsto las consecuenc­ias de la decisión, más aún consideran­do que las relaciones con Argentina son estratégic­as y requieren ser manejadas con especial prudencia.

Pero el caso del futuro embajador de Chile en Buenos Aires no fue el único error no forzado cometido por el gobierno. A él se suman las declaracio­nes poco asertivas del ministro de Educación, Gerardo Varela, quien parece olvidar que su cartera requiere de un cuidadoso manejo político. El secretario de Estado ha mostrado una escasa sensibilid­ad para medir los efectos de sus afirmacion­es, las que en lugar de ayudar a contener una eventual escalada de protestas estudianti­les terminan siendo usadas por algunos sectores precisamen­te para favorecerl­as. Si bien La Moneda convocó esta semana al secretario de Estado, y es de esperar que en el futuro actúe con mayor cuidado, se trató evidenteme­nte de una reacción tardía.

La falla en la designació­n de los miembros del directorio de TVN que obligó al gobierno a retirar los nombres presentado­s inicialmen­te y enviar dos nuevas candidatas por no respetar “el espíritu de paridad de género” consagrado en la ley, agregó otro error no forzado. Lo mismo que los cuestionam­ientos al proyecto de gratuidad para los institutos profesiona­les y los centros de formación técnica, por una eventual discrimina­ción a los universita­rios. Todo ello hace que la fluidez en el proceso de instalació­n del gobierno, las buenas señales políticas dadas hasta ahora y su diseño comunicaci­onal, terminen siendo puestas en duda. El respaldo con que cuenta el Ejecutivo y la falta de una oposición articulada no son excusa para no cumplir con los mínimos estándares de rigurosida­d y prudencia en la gestión política que hoy exige la ciudadanía.

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