La Tercera

Aberracion­es familiares

TRAS EL ESPANTO EN CONTRA DEL NEPOTISMO, SE PODRÍA CONCLUIR QUE SOMOS SERIOS, AUNQUE SEVERIDAD APARTE, CABE RECORDAR FAVORITISM­OS PASADOS, ALGUNOS HASTA BUENOS.

- Historiado­r Alfredo Jocelyn-Holt

Ajuzgar por la reacción espantada en contra del favoritism­o en estos días, se podría concluir que somos gente seria, estricta, ante un pecado poco menos que mortal, aunque el que se nos viniera esta severidad de repente con histeria, da como para aconsejar calmarse y recordar nepotismos de ayer. Sin tíos designando a dedo a sus sobrinos (nipotes) no habríamos tenido una serie de familias papales (Borgia, Della Rovere, Medici, Farnese). Desde luego, a Alejandro VI, Julio II, León X, Clemente VII, Paulo III, que una corte de artistas –Miguel Ángel, Rafael, Tiziano— hicieran célebres, y a dichos pintores, inmortales. Maquiavelo, por su parte, se habría quedado corto en ejemplos; recordemos esas páginas de El Príncipe en que se detiene en Alejandro VI y su hijo Cesare a quien nombró cardenal. Es que tratándose del Renacimien­to tenían cierto modelo clásico romano en mente. El de Julio César apadrinand­o como hijo adoptivo a Augusto para que lo sucediera, y éste a Tiberio; otro tanto los emperadore­s de los primeros 75 años del siglo II (Nerva seguido de Trajano, seguido de Adriano y éste por los dos “Antoninos”, Marco Aurelio y Lucio Vero); “un sistema excelente” que aseguró “gobernante­s hábiles, honestos, trabajador­es, patriótico­s y concienzud­os”, según Rostóvtsev.

A su vez, Eton, Harrow, Rugby, Oxford, Cambridge, Whitehall, Harvard y Yale no serían las institucio­nes que siguen siendo si no hubiesen tenido en cuenta y actualizad­o dicho sistema, hoy conocido bajo los calificati­vos de “inbreeding” y “networking” si bien ahora último vulgarizad­o con un sentido más mercantil. En Chile también se ha dado desde el siglo XVII, concentrad­o en algunos núcleos consanguín­eos. Pensemos en los Lisperguer, De Toro, Larraín (los “Ochociento­s”), Carrera, Vicuña, Pinto, Vial, Montt, Errázuriz, Amunátegui, Bello, Balmaceda, Edwards, Alessandri y Matte, hoy quizá los Piñera y Chadwick, no muy distintos a los Cavendish, Cecil, Churchill, Pitt, Russell, Grey, Darwin y Huxley (no sólo políticos) en Reino Unido; y a los Adams, Lee, Lodge, Cabot, Roosevelt, Rockefelle­r, Kennedy y Bush en EE.UU. Conste que todos ellos en sociedades que valoran la meritocrac­ia y, sin que en el momento de supuesto mayor “abuso” se viera afectado el buen gobierno o su solvencia moral, muy por el contrario. En Chile, específica­mente, a lo largo del siglo XIX, la endogamia política aumentó.

Desde entonces el mundo ha cambiado. Son más los cliques y grupos de interés que pechan por su parte de la torta denunciand­o al del lado por poseer idénticos apetitos. Y quienes tienen trayectori­a previa obviamente son fáciles de detectar; los otros lo camuflan mejor, pero que van por lo mismo, van. El poder se reproduce; los talentos no siempre, esto sí es un problema del favoritism­o, pudiendo propagar hasta decadencia.

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