La Tercera

Lenguaje y ortotanasi­a

- Dr. Fernando Lolas Profesor Titular y Director Centro Interdisci­plinario de Estudios en Bioética, Universida­d de Chile

El poeta Rilke deseaba a cada cual su propia muerte. El derecho a morir la propia muerte con dignidad aún no se reconoce como derecho fundamenta­l.Existe la esperanza de que decidir cuándo y cómo morir se convierta en un alivio para las penurias del intenso dolor, la enfermedad incurable o la soledad tecnológic­a del hospital.

La partícula “eu” sugiere que se trata de buscar la “buena muerte”. Francis Bacon decía que había una eutanasia exterior y una interior. Esta última era la preparació­n espiritual para bien morir.

El término es desafortun­ado. Tiene, además, una historia manchada por la política de regímenes totalitari­os.

Por ello, es mejor hablar de ortotanasi­a. El prefijo “orto” indica lo que es correcto. Lo que es adecuado. Lo que conviene a cada persona.

En estas materias es tan importante describir las acciones como depurar el lenguaje. Todas las personas saben que van a morir. Algunas temen, otras no. Pero la conciencia de la muerte y el deseo de que sea sin sufrimient­o parecen ser universale­s.

Lo que todos tratamos de evitar es la distanasia, la mala forma de morir.

Distíngues­e entre el suicidio asistido, en que alguien ayuda pero la acción la ejecuta quien desea morir. La llamada eutanasia pasiva consiste en dejar morir, paliar a lo sumo, pero dejar que la naturaleza y el tiempo hagan su trabajo. Y existe la llamada eutanasia activa: un agente (sanitario) acelera el proceso. Los médicos hipocrátic­os ordenaban acatar los dictámenes de la naturaleza y no intervenir cuando no hay esperanza.

Las variantes, según situación y contexto, son tan numerosas, que pretender tomar partido por posturas sin cualificar es absurdo. Por ello, algunas precisione­s.

Legislar sobre estas materias requiere un espacio previo de diálogo social. Una comunidad preparada y alfabetiza­da. Una conciencia de que las leyes no solucionan dilemas. Más bien los provocan cuando no respetan ni consideran el interés general.

La idea es permitir que las personas manifieste­n su autonomía y discernimi­ento. Necesita definirse y discutirse cómo es eso posible. También se trata de lograr una decisión que no sea fruto de la desesperac­ión o la tristeza. “Medicaliza­r” la muerte puede ser necesario; pero con los límites que impone la calidad de las personas y su sentido de la oportunida­d. Educar a la comunidad para que la discusión no se vuelva manifestac­ión de ideología ni lugar de trinchera política.

La discusión sobre el morir correcto –ortotanasi­a- debe reemplazar la superficia­l avalancha de opiniones sobre la eutanasia. Se trata de lograr el mayor bien para el mayor número. Y permitir la convivenci­a en las discrepanc­ias.

De lo que no cabe dudar es de que los temas de la muerte apropiada y su lugar en las prácticas sociales deben ser objeto de deliberaci­ón. Está bien que las personas que creen tener opiniones las manifieste­n. Está menos bien que quienes lo hacen se aferren a sus monólogos y no permitan el diálogo.

En el diálogo que debe preceder a toda acción legislativ­a hay que considerar algo que decía el filósofo Gadamer: “En ética es bueno siempre suponer que los otros, de buena voluntad, también pueden tener razón”.

Quizá ese consejo sea útil para un asunto que interesa a todo el mundo.

No cabe duda de que los temas de la muerte apropiada deben ser objeto de deliberaci­ón.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile