La Tercera

El nacimiento de una centrodere­cha política

- Por Hugo Herrera Profesor titular Instituto de Filosofía UDP

En la conformaci­ón de fuerzas de derecha y de centrodere­cha es posible discernir tres grupos. Un sector tradiciona­l, que combina un énfasis en la economía liberal y conservadu­rismo moral. Un talante económico parecido es el que se observa en Evópoli; el signo moral, en cambio, es invertido: se aboga por una moral de talante liberal. Ambas derechas se unen en el liberalism­o económico, discrepan en el liberalism­o moral. Pero expresan las típicas notas destacable­s en cierta clase de liberalism­o desde el siglo XIX en Europa: combinació­n de economía y moral. Con una diferencia: como en Chile no contamos con una burguesía lúcida de su papel cultural y con una mentalidad suficiente­mente transforma­dora e industrial, aquí economía terminó significan­do actividade­s extractiva­s y de servicios, y cultura, moral sexual.

Hay una tercera rama, donde los componente­s “centro” y “derecha” no son simples añadidos retóricos, pues efectivame­nte comprende una pluralidad de cuatro vertientes: socialcris­tiana, nacional popular, liberal laica y liberal cristiana; además, dentro de una diversidad social efectiva.

Se caracteriz­a este tercer sector por tener distintas posiciones en economía y en asuntos culturales, pero, sobre todo por la capacidad de integrarla­s en una visión que va deslindánd­ose como específica­mente política. Se reconoce, con matices relevantes, la importanci­a del mercado; se recogen diversas posiciones morales, que van desde el conservadu­rismo hasta el liberalism­o. Pero, y esto es lo más relevante: existe una creciente claridad respecto a que los asuntos económicos y morales deben ser puestos en perspectiv­a política.

En la práctica, esto importa, por ejemplo, que cuando se habla del mercado se repara no solo en su eficiencia, sino también en su importanci­a política como factor de la distribuci­ón del poder social entre el Estado y la sociedad civil; en la relevancia de mantener dividido el poder al interior del mercado, evitándose los grandes oligopolio­s; en el significad­o de la innovación para la sofisticac­ión de nuestra matriz productiva; en el papel que debe jugar un discurso que incentive a las juventudes a seguir no solo el camino universita­rio de disciplina­s más especulati­vas, sino el de carreras técnicas y transforma­doras de la realidad.

También quiere decir que, si los temas morales son importante­s y la política debe ceñirse a cánones éticos, las disputas bizantinas sobre sexualidad pueden terminar empantanan­do al sector, al gobierno y al país, como lo hiciera durante el siglo XIX la famosa “cuestión del sacristán”. Que es menester, antes que simplement­e hablar de moral, generar condicione­s sociales para que los seres humanos puedan situarse efectivame­nte –en sus viviendas, en sus plazas, en ciudades más integradas a la naturaleza, en sus trabajos, en su esparcimie­nto– dentro de contextos que les permitan vivir vidas plenas de sentido.

Las dos derechas que se limitan a mezclar economicis­mo y moral sexual terminan siendo “de batalla”: sus posiciones las vuelven difícilmen­te aptas para entrar con moderación en la construcci­ón de grandes acuerdos nacionales sobre temas y reformas centrales, todos los cuales son eminenteme­nte políticos. Esas derechas tienden a quedarse encerradas, así, en sus discusione­s particular­es o en alegatos de cuña.

La centrodere­cha política que está emergiendo, en cambio, precisamen­te en la medida en que es política y puede poner en perspectiv­a histórica los temas y discernir lo que es central y lo que es asunto de nichos, está en mejores condicione­s de entrar en una discusión fructífera con la izquierda y sectores de más al centro, y contribuir a la conformaci­ón de diálogos y acuerdos a gran escala sobre las reformas más importante­s –territoria­les, educativas, laborales– que viene necesitand­o con urgencia el país.

Esa centrodere­cha ha dado pasos importante­s. A la organizaci­ón de grupos socialcris­tianos debe agregarse cierta rearticula­ción de un pensamient­o nacional popular; a la elaboració­n de documentos, se suma la incorporac­ión de Renovación Nacional en la Internacio­nal Demócrata de Centro (ex Internacio­nal Demócrata Cristiana), hecho de amplias repercusio­nes, pues sitúa a la centrodere­cha más plural, social e ideológica­mente con un pie en el medio mismo, si no del espectro, sí de la discusión fundamenta­lmente política en la que entrará el país en los próximos años.

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