HUELGA EFECTIVA

SEÑOR DIRECTOR

Escribo esta carta a raíz de un tuit de la senadora Carolina Goic, que planteaba como inaceptable el que la empresa LATAM no diera solución a aquellos pasajeros que se veían gravemente perjudicados por la suspensión de los servicios.

Pero ¿por qué hemos llegado a esta situación? Recordemos que uno de los objetivos centrales de la reforma laboral del gobierno anterior fue el establecimiento de una huelga efectiva, para lo cual se debía prohibir toda forma de reemplazo de los trabajadores. La propia senadora Goic fue una férrea defensora de esta postura. Es más, ya que se ha hecho un planteamiento habitual la idea de que la huelga debe “producir daño” a la empresa para que sea efectiva. Obviamente, la prohibición absoluta de reemplazo logra ese resultado, y de hecho, las pérdidas de LATAM ya suman US$ 25 millones (más de un 10% de la ganancia neta de 2017). Lo que ocurre es que en materia de leyes que afectan a las empresas, a nuestros parlamentarios se les suele olvidar el concepto de flujo circular de la economía, ya que si perjudica a las empresas, también se daña a los usuarios de sus servicios, y por ende a los propios trabajadores. Lo que estamos viendo son los efectos del tipo de huelga que la legislación buscó. Por algo será que la inmensa mayoría de los países permite al menos el reemplazo interno en la huelga.

Hay que considerar también que cuando hace algunos días parecía haberse alcanzado un acuerdo entre la empresa y el sindicato, éste fracasó por la negativa del sindicato a extender los beneficios al resto de los trabajadores, discriminación que fue otro efecto de la reforma laboral. En este aspecto de la legislación también fuimos más radicales, ya que la práctica habitual en la OCDE es la extensión automática o voluntaria por parte del empleador.

En definitiva, más que exigirle a la empresa que resuelva el problema de los usuarios, los legisladores deberían preocuparse en forma previa de los efectos colaterales de las leyes que aprueban.