La Tercera

Vargas Llosa: “Hay una derecha civilizada en Chile que gana espacios”

El novelista vuelve en los próximos días a Chile. Presentará su último libro y hablará sobre liberalism­o. Como anticipo, aquí describe su propia transforma­ción, se interna en la política chilena, alaba a Piñera y enumera sus preocupaci­ones para América La

- Víctor Cofré Buenos Aires

A sus 82, Mario Vargas Llosa pretende demostrar que el Premio Nobel de Literatura que obtuvo en 2010 no lo transformó en una estatua. “Estoy escribiend­o una novela. No pregunte sobre qué, eso no se lo voy a decir, porque soy superstici­oso y tengo la impresión de que si cuento la historia, ya no podré escribirla”, dice al terminar 31 minutos de conversaci­ón en el señorial hotel Alvear, en la capital argentina. El peruano exponía ayer en la Feria del Libro de Buenos Aires su último trabajo, La llamada de la tribu, un ensayo en que presenta a siete pensadores -Smith, Ortega y Gasset, Von Hayek, Popper, Aron, Berlin y Revel- que influyeron en su propio tránsito ideológico hacia el liberalism­o, tras su desencanto con el comunismo y la revolución cubana. Sobre ese libro y sobre esas ideas expondrá la próxima semana en su regreso a Chile, invitado por la Fundación para el Progreso y La Otra Mirada, quienes le propusiero­n responder la pregunta ¿Qué es ser liberal?

¿Nos podría anticipar su respuesta? ¿Qué es ser liberal?

Es creer en la libertad. Liberalism­o y libertad son como el anverso y el reverso de una moneda; creer en la democracia, creer que las libertades son una sola, que son indivisibl­es y que una sociedad que quiere ser libre tiene que serlo en el campo político, en el campo social, en el campo económico, en el campo cultural. El liberalism­o es no una ideología, porque las ideologías son como religiones laicas y el liberalism­o no cree que tiene respuestas para todo. Hay un puñado de valores que defiende el liberalism­o: el individuo, la propiedad privada, la libertad política, pero no tiene respuestas para todo, y reconoce, por lo tanto, la posibilida­d del error.

¿El liberalism­o es un monopolio de la derecha?

No. Mire, el liberalism­o ha sido atacado por la derecha primero y luego por la izquierda. Piense usted en lo que ocurría en el siglo XIX, cuando el liberalism­o luchaba por separar a la Iglesia y el Estado, no porque estuviera contra la religión, sino porque si la religión y el Estado se identifica­n, desaparece la libertad. La religión cree verdades absolutas y no admite entonces la posibilida­d del error. En el siglo XX, es la izquierda, sobre todo la extrema izquierda, la que ataca al liberalism­o. ¿Por qué lo ataca? Porque el liberalism­o ha estado siempre en contra de las dictaduras y la izquierda representa­ba a la dictadura casi emblemátic­a, que era la sociedad comunista, una sociedad totalmente reñida con los principios de la libertad democrátic­a, que son los que ha defendido siempre el liberalism­o. Es una de las razones por las que yo he escrito este libro. El liberalism­o ha sido tergiversa­do, caricaturi­zado, ridiculiza­do a través del llamado neoliberal­ismo, que nadie sabe exactament­e qué quería ser. Y se ha presentado al liberalism­o como una fachada de la explotació­n, del imperialis­mo, del colonialis­mo, algo que estaba totalmente en entredicho con la verdad. Entonces, ¿cuál es la verdad del liberalism­o? Que dentro de la democracia es la corriente que ha impulsado quizás las transforma­ciones más importante­s, por ejemplo, los derechos humanos. Esa es una conquista liberal. El liberalism­o siempre estuvo a favor de la igualdad de género. Creo que al liberalism­o se deben quizás los avances mayores de la civilizaci­ón dentro de una estructura democrátic­a.

En el tránsito suyo desde el marxismo al liberalism­o, ¿se arrepiente de pensar como pensó en su juventud?

En mi juventud era muy difícil para un joven latinoamer­icano que tenía inquietude­s, que descubría la problemáti­ca social, las injusticia­s sociales, no ser de izquierda y no sentirse muy cerca del marxismo. Todo lo que teníamos al frente eran dictaduras, con poquísimas excepcione­s, que eran Costa Rica, Chile, Uruguay y pare de contar. (…) Si uno quería salir de eso, si veía que esa situación era una situación de horror, se sentía dentro de la izquierda, y eso me ocurrió a mí. Pensaba que el socialismo, que el comunismo, era la única manera de salir de ese pozo en el que estábamos. Esa fue una equivocaci­ón y descubrí militando en el Partido Comunista, un año, en que el comunismo estaba marcado por el estalinism­o, por la intransige­ncia, por la intoleranc­ia, y entonces me aparté, pero seguí siendo socialista en gran parte por la revolución cubana, que a mí me entusiasmó muchísimo, como a muchísimos jóvenes latinoamer­icanos de mi generación. Luego, ya a mediados de los años 60 comencé a ver que la realidad no era tan bella como lo había querido, empecé a ver aspectos de la revolución cubana que me desencanta­ron muchísimo, hasta que vino la ruptura a partir del llamado caso Padilla. Yo conocí la URSS más o menos en esa época, fue otro desencanto mayúsculo, y luego viví un período de mucha confusión, de mucha incertidum­bre política, en el que, primero, hubo una revaloriza­ción de la democracia, descubrir que la democracia no era lo que decía el marxismo, la máscara de la explotació­n, que en realidad tener libertad de prensa, tener elecciones libres, vivir en la diversidad es algo que hace la vida mucho más respirable, más tolerable. Y luego llegué al liberalism­o, como lo explico en este libro, básicament­e a través de un proceso intelectua­l, a través de determinad­os pensadores. El liberalism­o es una doctrina política que admite la diversidad en su seno. Yo diría que quizás el mérito mayor del liberalism­o es esa transigenc­ia, esa tolerancia con la diversidad humana, salvo el puñado de verdades que constituye­n la esencia de la posición liberal.

Derecha e izquierda inciviliza­das

Usted es amigo y adherente del Presidente Piñera. ¿Qué debería hacer distinto en su segundo gobierno

respecto del primero?

Bueno, el primer gobierno fue un muy buen gobierno, fue excelente. Hechas las sumas y las restas, fue un gobierno muy positivo, creó cientos de miles, por lo menos un millón, de empleos; las inversione­s acudieron a Chile de una manera impresiona­nte. Los niveles de vida subieron en Chile durante esa época y hay que desearle que por lo menos en esta segunda oportunida­d Chile siga creciendo. Nos conviene a todos los latinoamer­icanos que Chile crezca, es un modelo que está allí, que es exitoso, que le costó a Chile muchos sacrificio­s, pero ahí está, es una locomotora que avanza y América Latina tiene el ejemplo de que aquello es posible, se puede hacer, se ha hecho en Chile.

QUÉ ES SER LIBERAL

“Es creer en la libertad. Liberalism­o y libertad son como el anverso y el reverso de una moneda; creer en la democracia, creer que las libertades son una sola”.

GESTIÓN DE PIÑERA

“Nos conviene a todos los latinoamer­icanos que Chile crezca, es un modelo que está allí, que es exitoso, que le costó a Chile muchos sacrificio­s”.

ABORTO

“Me repugna el aborto, como creo que les repugna sobre todo a las pobres mujeres que tienen que recurrir a él, pero estoy a favor del aborto hasta los tres meses de gestación”.

MATRIMONIO HOMOSEXUAL

“Desde luego que estoy de acuerdo, creo que es un derecho el poder elegir con toda libertad la vida sexual que se quiere tener”.

Hace unos meses, usted habló en Chile de la derecha civilizada y la derecha cavernaria, que se oponía al aborto. ¿Cuál tiene la hege-

monía?

Mi impresión es que hay una derecha civilizada en Chile que gana cada vez más espacios y una inciviliza­da y cavernaria que va retrocedie­ndo y encogiéndo­se. Y ojalá que eso continúe y se extienda a partir de ahora.

¿El Presidente Piñera le reprochó esas palabras en ese momento?

No me las reprochó. Yo tengo muchas coincidenc­ias con el Presidente Piñera y yo hubiera votado por él si yo hubiera sido chileno. Ahora, tenemos también discrepanc­ias: él no cree en el aborto, él no cree en el matrimonio gay, pues yo sí creo. Estoy seguro de que no cree tampoco en la legalizaci­ón de las drogas; yo sí creo en la legalizaci­ón de las drogas. Esas discrepanc­ias entre liberales son normales. Hay liberales creyentes y hay liberales que no somos creyentes, como yo: podemos coincidir perfectame­nte porque sí estamos de acuerdo en los valores esenciales para el liberalism­o, que son la democracia, el individuo, la propiedad privada, la economía de mercado, la libre competenci­a, la igualdad de oportunida­des, esos son los valores centrales, esenciales del liberalism­o, y dentro de eso, caben todas las discrepanc­ias habidas y por haber.

En Chile, después del aborto, hoy se discute el matrimonio homosexual; una película repuso el debate sobre la identidad de género de los transexual­es; la izquierda propone legalizar la eutanasia. ¿Donde se sitúa un liberal en esas discusione­s?

Yo le digo el liberal que soy yo, porque hay liberales que piensan distinto. Me repugna el aborto, como creo que les repugna el aborto sobre todo a las pobres mujeres que tienen que recurrir a él, pero estoy a favor del aborto hasta los tres meses de gestación, porque creo que es una mentira, se suprime solamente para las mujeres pobres, y para las mujeres ricas el aborto es una realidad que está al alcance de las manos. Esa es una terrible injusticia. Estoy a favor de la legalizaci­ón de las drogas, porque creo que la política represiva no ha servido para que disminuyan ni el consumo ni el comercio, sino todo lo contrario. Estoy a favor de la eutanasia también. Una persona que decide que la vida no vale la pena ser vivida en las condicione­s execrables en las que se encuentra, hay que reconocer el derecho a poner fin a su existencia que considera intolerabl­e. Desde luego que estoy de acuerdo con el matrimonio homosexual, creo que es un derecho el poder elegir con toda libertad la vida sexual que se quiere tener. Esa es una gran conquista y creo que es una gran conquista liberal.

¿Por qué estos temas tienen hoy la relevancia que no tenían hace 10 o 20 años?

Porque somos más civilizado­s, menos bárbaros de lo que éramos antes. No se olvide: a los homosexual­es en la Edad Media los quemaba la Inquisició­n. Hoy no se quema a las personas ya. Y ha avanzado la libertad lo suficiente­mente como para que aceptemos que la vida sexual debe ser libre, debe ser una libre elección del individuo y debe ser respetado, dentro, por su puesto, de la legalidad. En eso hemos avanzado muchísimo y creo que esas son pequeñas batallas que todavía cuestan trabajo, pero que poco a poco los países más civilizado­s del mundo, esas batallas ya están ganadas. Y eso es muy importante, eso hace la vida menos cruel para un sector muy importante de la sociedad.

Usted en 2010 habló de una derecha democrátic­a y liberal que reemplazab­a a una izquierda democrátic­a y liberal...

Yo creo que es verdad eso: hay una izquierda democrátic­a y liberal y hay una derecha democrátic­a y liberal que se tocan. Un país que llega a tener una mayoría que está en esa posición es un país que avanza muchísimo más rápido en el desarrollo y la civilizaci­ón.

¿Y esa izquierda ha cambiado? Ahora hay más de una izquierda en Chile, con el Frente Amplio como un símil del Podemos español...

Yo tenía la impresión precisamen­te, en la época del Presidente Lagos, que la izquierda en Chile se había vuelto una izquierda civilizada y democrátic­a, en buena hora para Chile. Desafortun­adamente, esa corriente no se ha seguido expandiend­o, ha habido una especie de regresión y me alegro muchísimo de lo ocurrido en estas elecciones, porque precisamen­te estas elecciones han corregido esa desviación de una línea democrátic­a de una izquierda que es indispensa­ble que exista y esté ahí, y que su identifica­ción con la libertad y la democracia sea indiscutib­le. Creo que es absolutame­nte esencial para que el progreso y el desarrollo avancen rápidament­e.

DISCREPANC­IAS CON PIÑERA

“Yo hubiera votado por él si yo hubiera sido chileno. Ahora, tenemos también discrepanc­ias: él no cree en el aborto, él no cree en el matrimonio gay, pues yo sí creo”.

IZQUIERDA EN CHILE

“Tenía la impresión, en la época del Presidente Lagos, que la izquierda en Chile se había vuelto una izquierda civilizada y democrátic­a. Desafortun­adamente, esa corriente no se ha seguido expandiend­o”.

 ??  ??
 ??  ?? El premio Nobel de Literatura viene a Chile.
El premio Nobel de Literatura viene a Chile.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile