La Tercera

No se puede trabajar así

ESTE 1 DE MAYO ES UNA BUENA OPORTUNIDA­D PARA RECORDARNO­S LOS DESAFÍOS PENDIENTES EN MATERIA LABORAL, SOCIAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA.

- Claudia Sanhueza Economista

Estas últimas semanas hemos visto una serie de conflictos laborales. Esto es coherente con lo observado por el Observator­io de Huelgas de COES de que en 2016 hubo 462 huelgas, el número más alto desde el año 1990. Esto es bastante notable en un país que tiene baja densidad sindical (12%), baja cobertura de la negociació­n colectiva (8%) y está limitada a la empresa (no es por rama o sector) y no existe un derecho efectivo a huelga. Tanto así que los trabajador­es de Lan Express depusieron la huelga y la Dirección del Trabajo no lo permitió.

No es un secreto que, desde una perspectiv­a proempresa, los sindicatos son organizaci­ones dedicadas a entorpecer el equilibrio del mercado laboral haciendo más costoso el empleo. Desde ese punto de vista, la huelga es inadmisibl­e. ¿Qué derecho podría tener un grupo de trabajador­as a no trabajar por invocar mejores condicione­s laborales? Sin embargo, en una sociedad que privilegia la democracia y la distribuci­ón equitativa del bienestar, la principal justificac­ión de existencia de los sindicatos es la redistribu­ción del poder político al interior de la empresa, en la economía y en la sociedad.

Los grandes empresario­s pueden alterar la vida de muchos cambiando el giro de su proyecto, no invirtiend­o o manteniend­o sus utilidades a costa de condicione­s laborales. Al igual que en el caso de grandes proyectos inmobiliar­ios, que en muchos países incluyen la participac­ión de la comunidad que afectan, al interior de las empresas estas comunidade­s son las organizaci­ones de trabajador­es. Así, los sindicatos existen no solo para negociar mejores salarios, sino para participar de las decisiones que los van afectar.

Hace unas semanas se publicó un estudio que encuentra que la desigualda­d del ingreso afecta la distribuci­ón del poder político y el respeto a las libertades civiles de ricos y pobres (Cole, 2018). ¿Por qué? Según el estudio, los individuos de más recursos económicos lo usan para ejercer influencia política, ejercen presión, financian campañas, think tanks y medios de comunicaci­ón. También moldean la política porque es más probable que participen en ella. Por otra parte, las élites se han vuelto cada vez más concentrad­as, centraliza­das e interconec­tadas, lo que les permite coordinars­e mejor. Las “masas”, en cambio, cuando están desorganiz­adas se ponen en clara desventaja política (Mills, 1956).

Los sindicatos pueden hacer la distribuci­ón del poder político más equitativa. Un aumento de las huelgas muestra una demanda por más democracia, no solo mejores condicione­s laborales y más igualdad. Chile en su historia ya ha tenido situacione­s similares y muestra que las élites no han estado a la altura, y demandas por democratiz­ación han terminado en violentos conflictos sociales (Rodríguez-Weber, 2017). Este 1 de mayo es una buena oportunida­d para recordarno­s los desafíos pendientes en materia laboral, social, política y económica.

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