La Tercera

La ex Nueva Mayoría

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No es broma. Así llaman los medios a lo que se supone constituye el principal bloque político opositor al gobierno: la “ex”. Tengo un amigo que aún conserva fotografía­s de todas sus “ex”. Para él, son como trofeos de guerras pasadas, reliquias que le permiten demostrar ante sus ya crecidos hijos que alguna vez fue un campeón de la vida nocturna y que detrás de esas canas y barriga prominente existió un sujeto que atraía toda la atención femenina.

Tengo otro que habla de su “ex” (en este caso, su ex mujer) como si se refiriera al mismísimo demonio y no falta el espíritu juvenil e inocente que espera desconsola­do el llamado de su “ex” para recuperar el amor perdido.

Cualquiera sea el sentido tras el uso del prefijo, lo cierto es que predominan las calificaci­ones melancólic­as o negativas. Es algo pasado, con cierto aroma a naftalina y que difícilmen­te podría recuperar su condición anterior. Algo que ya fue y que, por distintas razones, parece que no resultó.

Curiosamen­te, fue a esta misma “ex” a la que Bachelet destinó su más reciente arenga política. “Hay que unirse para recuperar el apoyo ciudadano”, les dijo en el marco de una curiosa ceremonia donde ellos mismos le premiaron por ser parte de ellos mismos, dejando en evidencia –una vez más- lo que ya todos sabemos: solo cuentan con doña Michelle como talismán para reunirse, así que no se asombre cuando su nombre vuelva a resonar como presidenci­able, pese a las obvias evasivas que ella misma responderá.

No estoy aquí para darle consejos a la oposición (ni a nadie más, debo agregar), pero resulta evidente que nada bueno conseguirá­n mientras se mantengan como la “ex” ni persistan con el discurso de haber logrado esas grandes reformas, las mismas cuya torpe implementa­ción es percibida a diario por el vulgo (la última de esa semana: la desastrosa e incomprens­ible nueva restricció­n a los catalítico­s).

Lo mejor para ustedes es que tienen al frente a un gobierno que les obsequia tropiezos a cada rato y, por el flanco izquierdo, a un Frente Amplio que pierde terreno de la mano de sus indefinici­ones y diputados chistosos (para efectos públicos, Jiles es hoy más representa­tiva del bloque que el mismísimo Giorgio). Así que les conviene despercudi­rse si lo que pretenden es volver a acariciar esos apetecidos cargos y sueldos públicos que tanto les emocionan.

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