La Tercera

Panne legislativ­a

PREOCUPA QUE SIGAMOS FUNDANDO LA RESTRICCIÓ­N EN UN PAR DE ARTÍCULOS DE LA LEY DEL TRÁNSITO, INSUFICIEN­TES PARA IMPONER UN PLAN DE GESTIÓN DEL TRANSPORTE URBANO.

- Patricio Zapata Abogado

Mi auto es del año 2009. La verdad es que está bastante apolillado, pero cumple dignamente el propósito de llevarme a donde necesito llegar (incluso a Tongoy). Entiendo que mi uso de este vehículo debe sujetarse a todas las razonables limitacion­es legales que imponga el bien común. Me declaro a favor de políticas públicas que buscan desincenti­var el empleo del automóvil (fortalecim­iento del transporte público, ampliación de la red de ciclovías, tarificaci­ón de vías saturadas, etc.). Miro con simpatía, además, la introducci­ón de autos eléctricos y de impuestos más altos para los combustibl­es más contaminan­tes.

Quedando descartado –entonces- que yo pudiera estar hablando desde un propietari­smo absoluto o de que soy un sujeto insensible a los problemas de la contaminac­ión, quisiera criticar la forma en que se ha puesto en marcha la nueva restricció­n para catalítico­s en Santiago.

Desde un punto de vista jurídico, me preocupa que tras 30 años aplicando la restricció­n, sigamos fundándola en un par de artículos de la Ley del Tránsito, que no son base suficiente para delinear e imponer un plan de gestión del transporte urbano.

Ya en 1993, se intentó incorporar una norma en la ley N° 19.300, de Bases del Medio Ambiente, establecie­ndo un sistema reglado para la aplicación de la restricció­n. Más cerca todavía, en julio de 2015, varios senadores presentan una moción que reglamenta de manera completa y robusta esta prohibició­n. Pese a que fue aprobada en general por el Senado en junio de 2016, ahí se quedó. En panne, en la mitad de la nada.

La verdad es que el gobierno anterior prefirió apostar a la vía administra­tiva. Luego de algunos corcoveos, la Contralorí­a terminó aceptando el plan general que incluye esta restricció­n. Teniendo máxima considerac­ión por la versación jurídica del contralor, pienso que, en este caso, su examen de legalidad fue demasiado indulgente.

Siendo, como lo soy, un ciudadano obediente, declaro desde ya que cumpliré estrictame­nte la prohibició­n de marras. Por lo mismo, cada vez que toque restricció­n al dígito 2 mi cacharrito se quedará descansand­o en la casa o se moverá fuera del anillo de la Circunvala­ción. Lamentaré, sí, una medida que perjudica a las familias que no pueden comprar un auto más nuevo o un segundo o tercer vehículo. Me atrevo a pensar en voz alta que si algún ciudadano es multado por olvidar esta restricció­n permanente a los catalítico­s, y su asunto queda radicado en un juzgado de Policía Local, tendría posibilida­des interesant­es de conseguir que el TC declare inaplicabl­es al caso concreto los artículos de la Ley del Tránsito que se invocaron para esta restricció­n. Para que no se piense que me ando promoviend­o para esa pega (despliegue publicitar­io vedado por nuestro Código de Ética), adelanto que no alegaré ni informaré al respecto. Lo que no me pueden prohibir, en todo caso, es que mire con simpatía si algún otro colega se anima.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile