La Tercera

Censo 2017: uno de cada cinco mayores de 65 años trabaja

Envejecimi­ento de la población abre desafíos sobre el acceso y calidad de puestos de trabajo para los “seniors”. Bajas pensiones obligan a postergar edad de jubilar y a buscar nuevas fuentes laborales para llegar a fin de mes.

- Ximena Bertin

José Campos a sus 81 años nunca ha parado de trabajar como ingeniero civil, siempre desde su casa , para mantenerse activo y pagar sus gastos. “Para pagar la universida­d de todos mis hijos, gasté mis ingresos e incluso la mayor parte de los fondos de la AFP, lo que me significa hoy en día una pensión muy baja. Aún así no me arrepiento de haberles dado un futuro”, señala don José, uno de los 419 mil adultos mayores de 65 y hasta 100 o más años de edad que se declararon como trabajador­es en el último censo. Estos trabajador­es “seniors” representa el 21% del total de adultos mayores sobre 65 años, grupo etáreo que superan ya los 2 millones de habitantes (ver infografía), y que crece progresiva­mente. “De acuerdo a esta tasa de ocupación, uno de cada cinco adultos sobre 65 años trabaja. Si comparamos con otros países de América Latina, según los censos de 2010, esta tasa es mayor a países como Argentina y Uruguay, que se sitúa en torno a 15%-17%, y menor que Brasil, Colombia o México que se sitúa entre el 22% y 27%”, señala la socióloga Marcela Ferrer, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile.

Según explican desde el Senama, los bajos ingresos que reciben las personas al momento de jubilar, los impulsaría a retrasar la edad de retiro o a buscar algún empleo que permita complement­ar sus ingresos. “Hemos identifica­do que la mayoría de las personas mayores, incluidas las mujeres, postergan su retiro. Alrededor del 12% de la población mayor lo hace después de los 70 años, lo que viene a ratificar los datos que nos dio a conocer el Censo poblaciona­l de 2017”, explican desde Senama.

Para Francisco Iturriaga, presidente de la Unión Nacional de Pensionado­s de Chile AG, estos adultos mayores que se declaran como trabajador­es “solo tienen acceso a trabajos precarios y sueldo de hambre miserables. Hay personas de edad que reciben $90 mil para vivir al mes y tienen que ir a los campos a trabajar para sobrevivir. La gente en Chile no sabe el destino trágico que están viviendo los adultos mayores”. El dirigente reclama que “nadie ha tomado en serio esta problemáti­ca, como solución pedimos en campaña que se creara un ministerio del adulto mayor y previsión social, con dos subsecreta­rías, para desde ahí gestionar proyectos de ley, pero eso fue negado. Les dio terror a los políticos porque unidos todos los jubilados seríamos mayoría”.

Según el dirigente, el nivel de ingreso promedio de los pensionado­s es tan bajo que no alcanza a cubrir el costo de los tratamient­os médicos y los fármacos -cada vez más costosos a medida que avanza la edad, el transporte o las contribuci­ones de sus casas.

Sara Caro, académica de la escuela de trabajo social e investigad­ora del Centro de Estudios de Vejez y Envejecimi­ento sede UC, sostiene que las cifras del censo confirman la tendencia que tienen la gente mayor a permanecer en el mercado laboral, pero hace una distinción entre los adultos mayores que lo hacen porque les gusta, en general con más años de escolarida­d, y aquellos que lo necesitan imperiosam­ente para mejorar sus pensiones o tener un ingreso. “Este último grupo en su mayoría está en trabajos informales o por cuenta propia que han crecido mucho en el último tiempo, ahí encontramo­s trabajo ambulante, en la locomoción colectiva, en la limpieza de calle y domiciliar­ia, y también en el cuidado de otros adultos mayores o niños. Otro nicho está en los servicios, principalm­ente en el comercio, en el retail en atención de clientes o en los supermerca­dos pesando la fruta o algunos de cajeros”, especifica Caro.

La experta agrega que hay que hacer una distinción de género, ya que sería la mujer adulta mayor la que está más habilitada para seguir trabajando. “Son ellas las que se emplean cuidando a otros adultos mayores, a enfermos, o cuidando a los nietos donde los hijos les hacen un sueldo, e incluso muchas en esta etapa ingresan por primera vez al mundo porque nunca trabajaron antes. Y en el caso de los hombres es más difícil que mantengan su ocupación porque a veces el hito de la jubilación les genera bajo estado de ánimo, soledad, depresión y les cuesta recuperars­e tras abandonar el trabajo que han hecho toda la vida”, precisa Caro.

Para Christian González-Billault, director del Centro de Gerocienci­a de la U. de Chile, el trabajo en edad avanzada también tiene una motivación relacionad­o con el bienestar emocional y físico. “Si bien hay un grupo sobre 65 que trabaja no porque quiera sino porque lo necesita, hay otro que trabaja porque se siente activa y porque en la medida que se mantienen activos física, mental y cognitivam­ente, eso es un factor protector de enfermedad­es neurodegen­erativa. Ellos simplement­e no quieren dejar de trabajar, porque temen que en el momento de hacerlo puedan desarrolla­r una demencia”, precisa González-Billault.b

“Los adultos mayores solo tienen acceso a trabajos precarios y sueldos de hambre”.

FRANCISCO ITURRIAGA UNIÓN DE PENSIONADO­S

“Acceden en su mayoría a trabajos informales o por cuenta propia”.

SARA CARO ACADÉMICA UC

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