La Tercera

El Censo: aguardado y sorprenden­te

EN EL CENSO HAY RESULTADOS PARA CELEBRAR Y OTROS TRISTES Y DESAFIANTE­S; LO IMPORTANTE ES QUE AHORA DISPONEMOS DE UN INSTRUMENT­O PODEROSO PARA COMPRENDER­LOS.

- Escuela de Gobierno UC Roberto Méndez

Más viejos y más ricos. Así estamos (como país, digo). Es lo que de algún modo sabíamos, pero que ahora se nos representa con estadístic­a dureza. Pero también, muchísimo más diversos de lo que nunca fuimos; todo, de acuerdo con el Censo 2017 que acabamos de conocer.

Con sobria solemnidad, el recienteme­nte designado director del INE entregó la semana pasada los resultados. Hay mucho que celebrar en esto: la culminació­n de una tarea formidable, el esfuerzo de muchos y la participac­ión de todos. No cabe más que felicitar al INE, a las autoridade­s entrantes y salientes que, como correspond­e, han hecho operar la institucio­nalidad; en este caso, la institucio­nalidad estadístic­a. Para los ciudadanos, aplaudir que dispongamo­s de un instrument­o que da luz sobre quiénes somos. Pero, ante todo, se refuerza la confianza en la continuida­d y robustez de nuestras estadístic­as públicas.

Este Censo revela una formidable mejora en las condicione­s materiales de vida. El cambio es abismante para un período relativame­nte corto (15 años). Baste mirar un dato: las viviendas que podríamos denominar “precarias” (choza, campamento, conventill­o) representa­n ahora sólo un 2,2% del total, menos de la mitad de lo que era en 2002, y sólo una fracción comparativ­o a una realidad no muy remota. Se ha avanzado respecto a medir la pobreza, pero he aquí un dato sólido, censal, que muestra un cambio impresiona­nte en algo que, sin ser equivalent­e, sin duda se relaciona con un avance decisivo. La disponibil­idad de agua potable en hogares es total (99% en zonas urbanas) y el indicador de hacinamien­to se reduce drásticame­nte a menos de la mitad. Podemos llamarlo como se quiera, pero es bienestar compartido, progreso material, mejor calidad de vida, quizás el desafío que nos planteara hace años un Techo para Chile.

Pero lo más impactante, quizás, es el asombroso cambio que aparece en la diversidad de nuestra sociedad. Diversidad objetiva (número de inmigrante­s), como también subjetiva; esto es, la autodefini­ción de pertenenci­a a etnias o pueblos originario­s. Esta declaració­n, atención, ¡se triplica en el período! Así, no solo somos más diversos, sino que ahora también nos reconocemo­s más diversos. Nada menos que 2,2 millones de chilenos (12,8% del total) se identificó con alguna etnia. Obviamente no es el producto de un cambio etnográfic­o objetivo (imposible en tan corto período). Esto es un salto en reconocimi­ento de una realidad que, por diversas razones, estaba sumergida. (Aunque, ojo, un cambio en la redacción de la pregunta de 2017 podría explicar parte del salto).

Hay mucho más, por cierto: resultados para celebrar como la mejora en los niveles de educación; otros tristes y desafiante­s como el envejecimi­ento, la disminució­n en el número de niños, o la aún insuficien­te participac­ión de mujeres en el trabajo remunerado. Lo importante es que ahora disponemos de un instrument­o poderoso para avanzar en comprender­los, y ojalá enfrentarl­os.

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