La Tercera

Déjà vu 2.0

LOS SUEÑOS PROVOCAN LAS PRESIONES POR MÁS GASTO, Y ES EL DESORDEN EN EL GASTO EL QUE PUEDE BORRAR LOS SUEÑOS. LAS PATALETAS DE LOS MINISTROS SE FUNDAN EN ESTA LÓGICA.

- Manuel Marfán Director Programa Cieplan-U. de Talca

Escribo a propósito de la discusión Larraín-Valdés-Eyzaguirre sobre las cifras fiscales. Aunque la polémica levantó una gran polvareda y sacó titulares en los medios, dudo que ésta continúe. El ministro Larraín ya obtuvo lo que buscaba: justificar un ajuste en el gasto de todas las reparticio­nes del gobierno central. Este tipo de polémica ha sido frecuente en la instalació­n de un nuevo equipo económico. Al inicio del gobierno de Aylwin, Foxley se quejó públicamen­te que heredó un cambio de última hora en el impuesto de primera categoría, el que dejó desfinanci­ado el Presupuest­o, y que no se aprobarían gastos adicionale­s hasta que la nueva reforma tributaria comenzara a recaudar. Eyzaguirre, al comenzar la administra­ción de Lagos, también se quejó de la situación fiscal inicial. Lo mismo hizo el propio Larraín, en el período de Piñera 1, alegando una presunta manipulaci­ón de la regla fiscal. La réplica de Velasco fue inmediata. Valdés, cuando sustituyó a Arenas, hizo un crudo diagnóstic­o de la situación fiscal, el que dio lugar al “realismo sin renuncia” y a un recorte fiscal generaliza­do. En todos esos casos el discurso de Hacienda es posterior a una conversaci­ón a fondo con el Presidente (a) de la República, y está dirigido a contener las presiones de aumento de gastos que surgen desde la administra­ción pública, desde la coalición de gobierno y/o desde los grupos de presión. ¿Es malo eso?

Les cuento que mi señora es funcionari­a de carrera del Ministerio de Salud. Y que, por mi pasado en Hacienda, la ungieron protagonis­ta de la película “Durmiendo con el Enemigo” en alguna celebració­n. Con todo, aclaro que Hacienda no es el enemigo. Que, por el contrario, las autoridade­s económicas son parte de la misma coalición de gobierno donde todos intentan remar para el mismo lado.

Los sueños y desafíos de un gobierno que asume chocan bruscament­e con la escasez de recursos. Ese es el verdadero enemigo. Además, el presupuest­o inicial, que se hereda de la administra­ción anterior, no refleja las prioridade­s del nuevo gobierno. El ejercicio natural que debe hacerse, entonces, es priorizar las necesidade­s y planificar la velocidad a la que se ejecutarán los compromiso­s principale­s. Y eso jamás ocurrirá sin la autorizaci­ón expresa del Presidente (a). Al final de cuentas, lo que importa es mantener las finanzas públicas bajo control en todo momento. Cuando éste se pierde, la primera prioridad es recuperar el control del corto plazo, postergand­o los sueños. Como en el presupuest­o familiar. Y endeudarse es sólo postergar –y muchas veces agravar- el ajuste necesario. Y esos ajustes son siempre de “realismo con renuncia” aunque no se reconozca.

Es raro este argumento. Son los sueños los que provocan las presiones por más gasto, y es el desorden en el gasto el que es capaz de borrar los sueños. Las pataletas de los ministros se fundan en esta lógica. Creo, sin embargo, que esas pataletas no debieran denostar a las autoridade­s previas, que estaban en lo mismo.

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