Es cuestión de prioridades
La discusión pública exige un principio básico de tiempo-prioridades. Las anécdotas y chascarros del día a día son entretenidos, pero son solo eso; no obstante, ocupan el 90% del tiempo de la política y los medios. Si el ministro dijo condón, o un parlamentario dijo una frase desafortunada, o quizás de vistió de manera rara para ir al Congreso, son finalmente nimiedades. Incluso el desastre de TVN es de tercera importancia desde la perspectiva nacional. Peccata minuta diría Lagos con razón. La política adolescente, es decir, la nuestra, vive de eso. La política madura, en cambio, es aquella capaz de establecer las grandes prioridades, y en éstas lograr acuerdos básicos. Veamos algunos ejemplos.
En la salud hay infinidad de problemas pero solo cinco prioridades por ahora: listas de espera, Isapres y plan básico garantizado, precios de medicamentos, falta de especialistas, y déficit de los hospitales. Para eso se requiere mucha tecnología y gestión, ese es el camino. El tema del aborto puede ser muy simbólico, pero en los últimos siete meses usaron la ley un poco más de 100 personas.
En educación la primera e ineludible prioridad es la calidad y el acceso. Sin duda los niños debieran ir primero, y luego la reforma profunda al sistema de títulos y grados de educación superior, la eliminación del cartel Cruch y la PSU en su forma actual. En el tema laboral, la primera e ineludible prioridad debiera ser aumentar el empleo de calidad, y la capacitación permanente, y no solo subir las remuneraciones de los que ya trabajan (ley sindical). Eso es sin duda deseable, pero lo prioritario, en mi opinión, es tener empleo. En la economía la prioridad es inversión y productividad. El resto viene solo. En política social siempre la primera prioridad debería ser la pobreza extrema, los campamentos, los indigentes, y sin duda los niños nuevamente.
Otras tareas fundamentales para el largo plazo, que siempre comienza hoy, son la ciencia, tecnología e innovación, de la que literalmente depende nuestro futuro. También lo es la descentralización, y la preparación nacional frente al cambio climático. En justicia la primera prioridad es el Sename a la par de jueces más independientes. En Carabineros quizás la prioridad es la inteligencia y capacidad de anticipación. En La Araucanía detener el terrorismo o la violencia para empezar a dialogar. En otra perspectiva, el gran tema de la tercera edad crece día a día y requiere atención urgente; aquí se incluye el tema de las pensiones.
Urgente y fundamental es la modernización del Estado. No se puede hacer completa en un período pero sí se pueden acordar las prioridades, como la ventanilla única, la integración de datos, la digitalización, la reducción de organismos, la autonomía de muchos de ellos, etc.
En fin, la semana pasada escribí sobre la importancia de no confundir ideas con opiniones. Hoy señalo la importancia de definir prioridades reales como primer acuerdo nacional, y segundo tratar de encontrar acuerdos básicos en esas prioridades. No puede ser que sigamos con odios atávicos, con intolerancia creciente, con tozudez tratando de demostrar que los adversarios son malos, perversos, la oscuridad versus la luz. Por ello, el tercer punto es no confundir la política con las religiones como ocurre en nuestro país. En política al menos nadie es dueño de la verdad.
Allende y Pinochet existieron ambos con sus luces y sus sombras, pero hoy es tema de la historia. Bachelet ya se fue y si su legado es bueno o malo, es también tema de la historia. Marx escribió un libro, no una Biblia. La libertad se discute en concreto, no en abstracto. Dejemos de mirar al futuro por el espejo retrovisor.