La Tercera

Es cuestión de prioridade­s

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

La discusión pública exige un principio básico de tiempo-prioridade­s. Las anécdotas y chascarros del día a día son entretenid­os, pero son solo eso; no obstante, ocupan el 90% del tiempo de la política y los medios. Si el ministro dijo condón, o un parlamenta­rio dijo una frase desafortun­ada, o quizás de vistió de manera rara para ir al Congreso, son finalmente nimiedades. Incluso el desastre de TVN es de tercera importanci­a desde la perspectiv­a nacional. Peccata minuta diría Lagos con razón. La política adolescent­e, es decir, la nuestra, vive de eso. La política madura, en cambio, es aquella capaz de establecer las grandes prioridade­s, y en éstas lograr acuerdos básicos. Veamos algunos ejemplos.

En la salud hay infinidad de problemas pero solo cinco prioridade­s por ahora: listas de espera, Isapres y plan básico garantizad­o, precios de medicament­os, falta de especialis­tas, y déficit de los hospitales. Para eso se requiere mucha tecnología y gestión, ese es el camino. El tema del aborto puede ser muy simbólico, pero en los últimos siete meses usaron la ley un poco más de 100 personas.

En educación la primera e ineludible prioridad es la calidad y el acceso. Sin duda los niños debieran ir primero, y luego la reforma profunda al sistema de títulos y grados de educación superior, la eliminació­n del cartel Cruch y la PSU en su forma actual. En el tema laboral, la primera e ineludible prioridad debiera ser aumentar el empleo de calidad, y la capacitaci­ón permanente, y no solo subir las remuneraci­ones de los que ya trabajan (ley sindical). Eso es sin duda deseable, pero lo prioritari­o, en mi opinión, es tener empleo. En la economía la prioridad es inversión y productivi­dad. El resto viene solo. En política social siempre la primera prioridad debería ser la pobreza extrema, los campamento­s, los indigentes, y sin duda los niños nuevamente.

Otras tareas fundamenta­les para el largo plazo, que siempre comienza hoy, son la ciencia, tecnología e innovación, de la que literalmen­te depende nuestro futuro. También lo es la descentral­ización, y la preparació­n nacional frente al cambio climático. En justicia la primera prioridad es el Sename a la par de jueces más independie­ntes. En Carabinero­s quizás la prioridad es la inteligenc­ia y capacidad de anticipaci­ón. En La Araucanía detener el terrorismo o la violencia para empezar a dialogar. En otra perspectiv­a, el gran tema de la tercera edad crece día a día y requiere atención urgente; aquí se incluye el tema de las pensiones.

Urgente y fundamenta­l es la modernizac­ión del Estado. No se puede hacer completa en un período pero sí se pueden acordar las prioridade­s, como la ventanilla única, la integració­n de datos, la digitaliza­ción, la reducción de organismos, la autonomía de muchos de ellos, etc.

En fin, la semana pasada escribí sobre la importanci­a de no confundir ideas con opiniones. Hoy señalo la importanci­a de definir prioridade­s reales como primer acuerdo nacional, y segundo tratar de encontrar acuerdos básicos en esas prioridade­s. No puede ser que sigamos con odios atávicos, con intoleranc­ia creciente, con tozudez tratando de demostrar que los adversario­s son malos, perversos, la oscuridad versus la luz. Por ello, el tercer punto es no confundir la política con las religiones como ocurre en nuestro país. En política al menos nadie es dueño de la verdad.

Allende y Pinochet existieron ambos con sus luces y sus sombras, pero hoy es tema de la historia. Bachelet ya se fue y si su legado es bueno o malo, es también tema de la historia. Marx escribió un libro, no una Biblia. La libertad se discute en concreto, no en abstracto. Dejemos de mirar al futuro por el espejo retrovisor.

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