Ricardo Arjona: morder la mano
UNO. Ricardo Arjona anuncia su debut en el Estadio Nacional el 28 de septiembre justo cuando juega con fuego en un ambiente especialmente sensible e inflamable para los temas de género y causas feministas. “Si mi hija no reacciona al acoso sexual se hace cómplice”, declaró a El País de España, reflexionando ante las denuncias de abuso en el mundo de los espectáculos, y dada la categoría de actriz en pleno apogeo de su primogénita Adria. “El que no denuncia, permite”, advirtió, sugiriendo sanción a quienes sufren maltratos y no reportan. Bajo la lógica arjonística clásica donde la paradoja es el mecanismo central -“y cómo deshacerme de ti si no te tengo” canturrea en El problema-, la víctima merece castigo por su silencio.
DOS. El astro guatemalteco dijo hablar por experiencia propia, en alusión a su controversial divorcio de la ex miss Puerto Rico Leslie Torres, quien le acusó de maltrato físico y sicológico incluyendo amenazas de muerte. El proceso de separación tomó siete años hasta 2009. Los hijos del matrimonio (Adria y Ricardo Jr.) prefirieron quedarse con la madre, mientras las acusaciones del artista de alcoholismo y drogadicción hacia su ex pareja nunca fueron probadas.
TRES. En esa misma entrevista Arjona confesó que Señora de las cuatro décadas merecía reescritura porque ya no le representa, como en el pasado se abstuvo de grabar la canción Juan y María, tal como le contó a Antonio Vodanovic en el estelar Sal y pimienta de Megavisión el 28 de noviembre de 1994. “Todo lo que gané con la canción de Mujeres lo perdí con este corito”. ¿Qué decía? “Pégale a tu mujer una vez por semana, tú no sabes por qué pero ella sí”.
CUATRO. En enero la abogada Pía Adriasola, esposa del ex candidato presidencial de extrema derecha José Antonio Kast, puso a Arjona como ejemplo de un personaje que tras pasado mujeriego comprendía la intimidad más allá del mero placer. Citó Acompáñame a estar solo del álbum Adentro (2005), como paradigma de quien se desprende de las necesidades físicas, quizás por los versos “a meternos en la cama sin tocarnos (...) a dormir sin pretender que pase nada (...) a lo absurdo de abrazarnos sin contacto”. Puede ser, como también es posible interpretar que se trata de un tipo acostumbrándose al fin de una relación -“acompáñame al misterio, de no hacernos compañía”-, y como una segunda parte del hit Realmente no estoy tan solo del disco Historias (1994).
CINCO. La abogada tiene un punto: Arjona ha cambiado, aunque no de la manera que ella cree. Es más que una evolución respecto del sexo. Las mujeres -la materia prima de su cancioneroya no le rayan tanto como en sus composiciones de los 90, pasión graficada en clásicos de su repertorio como Primera vez, Cómo olvidarte, Quién diría y Te conozco. Con 54 años Arjona ya aduló y conquistó a millones.
SEIS. El cambio llegó con Adentro, el disco-crónica-de-un-divorcio con larga tradición en el pop desde Blood on the tracks (1975) de Dylan hasta Ghost stories (2014) de Coldplay, donde el destinatario no es otro que la ex (“a ti que me dejaste solo incluso cuando estabas en mi compañía”, reclama en A ti). Allí figuran además Pingüinos en la cama, dudosa metáfora sobre una relación en crisis (“vamos aclarando el panorama, que hay pingüinos en la cama, por el hielo que provocas, si hace más de un mes que no me tocas”), y De vez en mes, una oda a la menstruación y que para el intérprete “es una de las canciones más importantes que he escrito”.
SIETE. Algunas de sus mejores power ballads de esta segunda etapa muestran el romance y la experiencia de pareja con mirada amarga. “Como buen perdedor busqué en la cama, las cosas que el amor no resolvía”, confiesa en Cómo duele, mientras en Fuiste tú no hay dos lecturas: “si hubo un culpable aquí, fuiste tú”. Probablemente El amor resume a este Arjona cincuentón que ya no piensa en Neruda ni Picasso cuando evoca mujeres, y elucubra qué significa el compromiso. “El amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible, es buscar en otra parte lo que no encuentras en ti”.
OCHO. Difícil imaginar a Ricky Martin o Chayanne, estrellas del Caribe de similar envergadura, hablar en términos que no estén circunscritos a la corrección política y el statu quo en una óptica acordonada donde nadie sale herido. Ricardo Arjona, cuya retórica tiene las formas de un encantador de serpientes, esquiva esa regla. Se mete en líos, le para el carro a Fito Páez, se levanta en medio de una entrevista en CNN porque no escucharon su último disco y, sobre todo, irritado ante la consulta de qué se siente ser amado y odiado. Mientras el romántico cambió de mirada, el personaje rebelde persiste y se acentúa. Lo hace en este momento con el ambiente en contra y cuestionando a sus musas, mordiendo esa mano que le dio de comer.