Industria estima que solo este año se venderán alrededor de 6.000 mesas
Ricardo Martínez es administrador de Entretenimientos Diana. Dice que el taca-taca es parte del catálogo de la empresa desde sus inicios, en 1934. “Es un clásico, con costos de mantención muy bajos. Vienen muchas personas de oficina a la hora de almuerzo, incluso organizan campeonatos. El que pierde, paga el happy hour”, dice. Agrega que su jugabilidad y el hecho de que Chile sea un país muy futbolero también ayudan. “Donde tenemos un local hay un taca-taca, así de importante”.
Jorge Abufom, dueño de Vadell, empresa fundada en 1943 y que entre sus productos comercializa tacatacas, dice que solo entre 2016 y 2017 su venta creció 35%, y en lo que va de 2018, el alza es de 64% en relación a igual período del año anterior. “Abriremos un nuevo local en junio en Chicureo”. Agrega que son pocos los productos tradicionales que permiten reunir tres generaciones en un mismo juego. “Es entretención sana que se ha mantenido en el tiempo, hemos logrado que nuestros clientes dejen el celular de lado”.
Sebastián Fernández es dueño de Fratello, también dedicada a la fabricación y restauración de taca-tacas. “En los últimos tres años, hemos tenido un crecimiento sostenido de entre 15% a 17% en promedio. Vendemos 1.100 unidades anualmente y como industria estimo unas 6.000. Esto ha ido en aumento en el último tiempo, sobre todo por la selección chilena. Para 2018 proyectamos vender 2.000 taca-tacas”.
Dice que los precios van desde los $ 119.000 (modelo para dos personas con tres manillas por lado), y $ 359.900 para el modelo de ocho jugadores.
Rodrigo Gómez es otro fabricante, pero dedicado a hacer modelos de estadios a escala. Su primer trabajo fue San Carlos de Apoquindo “Empecé haciendo maquetas del estadio, una me la compró Miguelito. Luego quise hacer algo más grande. Se me ocurrió hacer un taca-taca de San Carlos de Apoquindo y cuando lo terminé lo publiqué en redes sociales. A las pocas horas me escribió José Pedro Fuenzalida. Nos juntamos después de un partido y vino a mi casa a comprarlo”. Hoy trabaja en otro de San Carlos de Apoquindo y en uno del Monumental.b