La Tercera

ACCIDENTES Y VELOCIDAD URBANA

-

SEÑOR DIRECTOR

El Senado aprobó la disminució­n de la velocidad urbana, una de las reformas de la Ley de Tránsito que la Red de Convivenci­a Vial, que agrupa a más de 120 asociacion­es ciudadanas de usuarios de las vías, ha promovido desde la discusión del proyecto de convivienc­ia que incorporab­a este artículo. Esta normativa establece la base desde donde se podrá discutir la aprobación del Centro de Tratamient­o Automatiza­do de Infraccion­es (CATI) que incorpora los fotorradar­es para hacer controles de velocidad.

La fiscalizac­ión es lo que hace viable a corto plazo el cambio de hábitos en los conductore­s. Sin una mayor cantidad de controles de tránsito, mejoramien­to de equipos y mayor dotación de personal en calles y carreteras, la ley no logrará por sí sola el fin que persigue: salvar vidas.

Es en este punto donde el Estado está en deuda. Pese a firmar el Decenio de Acción por la Seguridad Vial de la ONU en 2011, aún no hemos logrado incorporar instrument­os básicos que ayuden a enfrentar la siniestral­idad vial, como los Narcotest, los alcoholíme­tros presencial­es y los fotorradar­es, si es que avanza la postura de aquellos que se oponen a la ley CATI argumentan­do su insconstit­ucionalida­d.

Esta aprobación también debería abrir el debate sobre la tipificaci­ón jurídica de la “conducción a exceso de velocidad con resultado de muerte”, ya que en los tribunales de nuestro país sigue tratándose como agravante de un cuasidelit­o de homicidio, obteniendo solo penas sustitutiv­as. Tan irresponsa­ble como conducir con alcohol o drogas es hacerlo a una velocidad “no prudente o responsabl­e”. Abrir el debate penal sobre este punto se lo debemos a las familias de víctimas viales como las de Pía Zúñiga o Melody Fung, que han transitado el largo camino de la justicia sin encontrar reparación tras su partida. Carolina Figueroa Cerna Historiado­ra y presidenta de la Fundación Emilia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile