La Tercera

Una historia sin bencina

- Por Daniela Lagos

El año pasado la primera temporada de la serie 13 Reasons why se convirtió en un fenómeno en etapas. Primero vino el éxito, luego la polémica y, como consecuenc­ia, más visibilida­d, larga vida en los medios y las redes sociales, y una segunda ola de gente que llegó a ver qué era esta serie de la que se hablaba tanto. El escándalo venía por su temática: al centro de la historia estaba Hannah, una chica que, tras suicidarse, contaba su propia historia y los motivos que la llevaron a tomar la decisión final, a través de 13 casetes que iban revelando oscuros secretos de sus amigos y, en menor medida, profesores y padres.

Mientras algunos alegaban que hacía una apología del suicidio y que trataba temas demasiado delicados para un público adolescent­e, la serie era consumida de forma masiva, por esto y también por su buen ojo de convertir el drama en una historia de misterio, que en cada capítulo entregaba sólo una pieza del puzzle y obligaba a ver hasta el final para tener el cuadro completo. Y si bien no era una gran pieza de arte, cumplía en su misión de enganchar y forzar al espectador a ponerle play al capítulo siguiente.

Con el desafío de repetir el éxito se estrenó ayer la segunda temporada, mostrando ahora la demanda de la madre de Hannah contra el colegio, por su negligenci­a en controlar el bullying y los abusos que terminaron con su hija muerta.

Y si bien la serie acierta en seguir atacando de frente temas complejos, como el matonaje, el abuso sexual y la indolencia de las autoridade­s escolares, tiene un gran problema: el misterio, esa bencina que obligaba a ver capítulo tras capítulo, ya está resuelto.

Hay promesas de nuevas revelacion­es, unas polaroids enigmática­s, amenazas anónimas a los que tienen que ir a declarar, pero no es suficiente. A diferencia del primer ciclo, que se movía a paso rápido haciendo constantes revelacion­es, ahora ya conocemos a todos los personajes, sabemos una buena parte de sus secretos y también casi todo lo que pasó.

Sin eso, las opciones para los flashbacks que llenaban la primera temporada se vuelven pocas y se sienten forzadas, como que están ahí sólo porque ya funcionaro­n una vez. Es también la sensación que entrega esta nueva interrogan­te de quién está enviando las fotos y quién haciendo las amenazas. Son misterios introducid­os a la fuerza en una serie que no logra ser lo suficiente­mente atractiva sin ellos y que aquí no tiene gasolina suficiente para repetir el fenómeno.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile