La Tercera

El cine y las audiencias, desde el sur

- Por Raúl Camargo Director Festival Internacio­nal de Cine de Valdivia.

Finalizó Cannes y la ganadora a la Palma de Oro a Mejor Película ya tiene nombre: Shoplifter­s del director japonés Hirokazu Kore-eda, quien se impuso a un notable grupo de cineastas comandados por el histórico y revolucion­ario Jean-Luc Godard, los consagrado­s Lee Chang-dong, Jia Zhang-ke, Pawel Pawlikowsk­i, Nuri Bilge Ceylan, Spike Lee y Jafar Panahi, y los emergentes Alice Rohrwacher, Ryusuke Hamaguchi y David Robert Mitchell. A una semana del cierre del festival, ya comienzan a exhibirse en distintas partes del mundo estas y otras películas estrenadas mundialmen­te en Cannes, lo que seguirá consolidan­do al evento francés como el gran y más importante escaparate del cine contemporá­neo.

Sin embargo, el hecho de que Cannes no pudiese cumplir su ferviente y confesado deseo de estrenar la recienteme­nte finalizada (gracias a Netflix) película de Orson Welles, es una señal clarísima de que los festivales de cine están cambiando. Así mismo, la compra por parte del gigante del streaming de otros filmes premiados en el certamen galo para ser estrenados por su plataforma en lugar de ser exhi- bidos en el circuito de salas y festivales, no sólo pone en entredicho el reinado de Cannes sino que también el destino del circuito festivaler­o.

Frente a estas transforma­ciones y ante la incertidum­bre respecto a lo que nos depara el futuro, hoy es central preguntars­e por el rol y la importanci­a de este tipo de espacios.

Tradiciona­lmente, un festival de cine es un acontecimi­ento compuesto por tres elementos. Es, en primera instancia, un evento cultural en el que, a través de su programaci­ón y su selección de contenidos, cristaliza una forma de ver el mundo. Por otro lado, es un evento de índole profesiona­l, donde confluye la industria a socializar, a compartir sus experienci­as y a avanzar en acuerdos de colaboraci­ón artística, laboral y/o comercial. Y en tercer lugar, es un encuentro social, al que un grupo de personas, el público, acude en busca de una experienci­a particular que se vuelve colectiva en la pantalla.

Sin dejar de velar por los primeros dos elementos, quiénes llenan las salas, compran los boletos, acuden a las charlas y comentan las películas, así como la comunidad que gira en torno a un festival local (aquellas personas que a través de su trabajo en el comercio, la industria hotelera, etcétera, hacen posible y a la vez se benefician del evento) deben ser siempre el foco de atención de un festival de cine.

Desde que tuve el honor de asumir la dirección del Festival Internacio­nal de Cine de Valdivia en 2014, junto al equipo que lo hace posible nos planteamos encaminar nuestros esfuerzos en esa dirección: ser un evento que tenga sentido para la comunidad que lo acoge. Una instancia que, sin descuidar a la industria ni la calidad de su propuesta cultural, sea capaz de interpelar a las audiencias. Es por esto que FICValdivi­a se ha transforma­do en un espacio cuyo accionar se desarrolla a lo largo de todo el año, con actividade­s de exhibición y formación que van mucho más allá de los días a los que se circunscri­be un festival de cine tradiciona­l, llevando a la práctica la idea de que debe haber cine todo el año, para todos y todas, en todos los rincones, con base en Valdivia y la Región de los Ríos.

El futuro de FICValdivi­a y el futuro de los festivales de cine en general, en el contexto internacio­nal frente a un panorama de importante­s transforma­ciones, es volver la mirada al tejido social en que se sustenta el cine como fenómeno y desarrolla­r una forma de crecimient­o y consolidac­ión vinculadas con la comunidad, con el entorno. FICValdivi­a, como espacio para compartir diferentes miradas del mundo, lleva años ejecutando con éxito su visión sobre cómo afianzar de forma permanente a la comunidad tras el festival y nos hemos propuesto como meta seguir siendo una contribuci­ón al país.

Durante los últimos años, junto con mantener nuestra consistenc­ia en términos de una programaci­ón de vanguardia que se ajusta apropiadam­ente a nuestro lema “clásicos del futuro”, hemos profundiza­do nuestro eje educaciona­l y nuestra voluntad de diálogo ciudadano, en sintonía con los lazos que nos unen a la Universida­d Austral de Chile, al Gobierno Regional de los Ríos, a la Ilustre Municipali­dad de Valdivia, a Codeproval y al Centro de Promoción Cinematogr­áfica de Valdivia. Así, hemos sabido vincularno­s y conversar también con las otras artes, las ciencias y los movimiento­s sociales.

Este camino, por cierto, implica mucho trabajo, debate, atención a los cambios culturales y a las oscilacion­es de la industria. Su proyección en el tiempo depende de los apoyos que FICValdivi­a logre sumar y, en este sentido, una de nuestras metas más anheladas es lograr un financiami­ento a largo plazo en el presupuest­o de la nación. La celebració­n de los 25 años de FICValdivi­a, que se llevará a cabo entre 8 al 14 de octubre de 2018, está a la vuelta de la esquina. La necesidad de tocar tierra firme para poder apuntar más alto, resuena de forma imperiosa, para que el impacto generado en las audiencias a lo largo de nuestra historia sea de provecho para toda la comunidad nacional.

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► John Huston y Orson Welles en el rodaje de The other side of the wind.
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