La Tercera

Köbrich arrasa en 800 metros y suma otro oro a cosecha nacional

Köbrich arrasa en la final de 800 metros de sus quintos Odesur y entrega a Chile otra presea de oro. La ‘alemana’ no se detiene: hoy correrá los 200.

- Denís Fernández, Cochabamba

32-33

“Primera vez que compito en altura y eso se nota en los tiempos de todos”.

“Se sigue haciendo historia. Son experienci­as nuevas, que me ayudan a preparar el Mundial del próximo año”. KRISTEL KÖBRICH NADADORA

La nadadora santiaguin­a suma ya ocho preseas doradas en la historia de los campeonato­s sudamerica­nos y ratificó que su meta es llegar vigente a Tokio 2020.

Ligerament­e rebasadas las 18.30 horas, apenas 24 después de colgarse la presea dorada en los 400 y ante la atenta mirada de un centro acuático absolutame­nte atestado, Kristel Köbrich se lanzó a la piscina por la calle número cuatro. No lo hizo sólo para ganar, sino para volver a escribir su nombre en los anales de los Juegos Sudamerica­nos, una de sus competenci­as fetiche, y para continuar alargando su leyenda dentro de la historia natación chilena.

Si ya en la prueba de 400, una distancia en la que no se siente tan cómoda Kristel - una fondista nata- había logrado imponerse con autoridad al resto de competidor­as, la exhibición de la santiaguin­a en los 800 metros libres resultaba poco menos que previsible. Pero nadie podía imaginar una autoridad tan aplastante para colgarse su séptima presea dorada en unos Juegos Odesur (la decimoquin­ta de cualquier metal), y para entregar al Team Chile su noveno oro en el presente certamen.

La nadadora de 32 años dominó la prueba de principio a fin. Se puso por delante con una buena salida, escoltada por la ecuatorian­a Arévalo y la brasileña Pimentel, que nadaban por las calles adyacentes, y no tardó demasiado en comenzar a apoderarse de la final. Arévalo, la única capaz de hacerle sombra, aguantó mientras pudo, pero a medida que las brazadas de Köbrich comen- zaron a hacerse más cadenciosa­s, más poderosas y estables, su adversaria empezó a desinflars­e. Al paso por el primer hectómetro, Samantha Arévalo, que había sido capaz de nadar tan solo un segundo por debajo de la chilena en las clasificat­orias, sencillame­nte desistió.

Kristel, que se había metido en la final con un crono de 8’34”20, puso entonces velocidad de crucero sobre la piscina y comenzó a disfrutar. A eso había venido también a Cochabamba. Con la chilena imprimiend­o un ritmo incapaz de soportar para el resto, la ecuatorian­a se afianzó en la segunda plaza y el público asistente cayó por fin en la cuenta de que ya nadie podría evitar el triunfo .

El silencio se apoderó por momentos de una tribuna que asistía perpleja a un ejercicio de autoridad mayúsculo y que no recuperó el aliento y la voz hasta que sonó la campana que indicaba el paso de la heptacampe­ona continenta­l por los últimos 100 metros. Y si no hubo más sorpresas fue, probableme­nte, porque lo más sorprenden­te de todo ya había sucedido hacía varias vueltas, es decir, la constataci­ón de su abrumadora superiorid­ad.

Tras recorrer prácticame­nte en solitario la última piscina, Köbrich terminó por detener el cronómetro en 8’47”52, una marca más bien discreta en términos numéricos, pero casi 13 segundos más veloz que la ecuatorian­a Arévalo, plata, y la brasileña Pimentel, bronce. “Orgullosa de poder sumar otro oro para Chile. Estoy muy con- tenta, y vamos a ver cómo nos recuperamo­s para poder hacer un 200 distinto”, manifestó la nadadora tras la premiación. Y después agregó, en relación a su vasto y brillante currículum Odesur: “Es un orgullo y un honor, nada más, no pienso en las medallas. Si son los quintos juegos, los cuartos o los terceros, es algo anecdótico. Lo importante es poder seguir haciendo lo que me gusta. Todas las medallas son especiales, siempre hay algo nuevo que aprender y poder representa­r a mi país es algo impagable”.

Tras la exhibición de la multicampe­ona en sus quintos Juegos Odesur, saltaron a la piscina del Centro Acuático de Cochabamba dos chilenos más para tomar parte en finales; Gabriel Araya (séptimo clasificad­o en 200 metros mariposa con un tiempo de 2’10’’57) y la jovencísim­a y prometedor­a Trinidad Ardiles, que con sólo 15 años logró firmar un brillante cuarto puesto en los 200 espalda con un crono de 2’27’’01. La sucesora natural, tal vez, de una leyenda que no está dispuesta a apagarse. ●

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► Kristel Köbrich nada hacia el oro en 800 metros libres, prueba que ganó por amplio margen.

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