GASTOS POLÍTICOS Demetrio Infante Figueroa
SEÑOR DIRECTOR
Estimo que la medida del gobierno de buscar poner fin al déficit fiscal es meritoria. Si la billetera de todos los chilenos no está en orden es imposible progresar.
Pero lo anterior no significa caer en actitudes que rayan en lo ridículo para un país que ha celebrado acuerdos de libre comercio con las principales economías del mundo y que por su desarrollo es mirado con respeto en el orbe, especialmente en el continente. Cuestionar la compra de un automóvil para el Jefe de Estado, cualquiera sea su color político, es inexplicable. Deberíamos buscar que el vehículo en que se moviliza el Jefe del Estado sea el mejor y el más seguro, sin importar quién es el habitante de La Moneda. Sobre todo en el caso actual, cuando la propia administración anterior señaló que el vehículo existente ya había cumplido su vida útil. Resultará risible que en la cita de Apec, que se celebrará próximamente en Chile y a la cual asistirán los principales líderes mundiales, el Presidente Piñera arribe en su propio auto. Poner en dudas la compra de un televisor para una casa presidencial donde se sostienen conferencias con otros jefes de Estado y que será usado por personeros ilustres invitados especialmente al Palacio de Cerro Castillo es un exceso. Lo mismo cuestionar el pago del pasaje del ministro de Hacienda para ser expositor en la Universidad de Harvard, quizás la más prestigios del mundo.
Arreglemos nuestras finanzas, pero no caigamos en el absurdo. Digo lo anterior en forma fundada, pues he recibido comunicaciones de amigos del exterior que se mofan al comparar nuestra real situación político-económica y nuestro pretendido liderazgo, con lo señalado anteriormente.