La Tercera

Nueva democracia

YA QUE LOS JUECES Y LOS ALCALDES ESTÁN ASUMIENDO LOS FUEROS PARLAMENTA­RIOS, MEJOR SUPRIMAMOS EL CONGRESO Y DEJEMOS QUE LA VIDA SOCIAL SE RIJA POR FALLOS Y ORDENANZAS.

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La democracia funciona mediante representa­ntes electos y exige sujeción al derecho. Y en ella los parlamenta­rios son los únicos que aprueban las leyes que rigen en la sociedad. Pero en Chile es cada vez menos así. Mientras en el Congreso se discute un proyecto de ley de identidad de género, que definirá si habrá en Chile un reconocimi­ento a un estatus más amplio que la tradiciona­l dicotomía “hombre y mujer”, como asimismo, la eventual forma, requisitos y oportunida­d en que se podrá solicitar el cambio de sexo y, consecuenc­ialmente, de nombre, la Corte Suprema dictó un fallo que autoriza la rectificac­ión de ambos en la partida de nacimiento en un caso concreto, basada en declaracio­nes efectuadas por un organismo interameri­cano.

La pregunta que surge es para qué seguir tramitando el proyecto de ley. Porque la Corte ya decidió hacer una reforma al respecto; no importa que no haya ley, el asunto va igual. Implícitam­ente, además, que a los parlamenta­rios no les sirve de nada votar en contra, porque esto ya fue definido afuera. Lo paradójico es que la sentencia se emitió conociendo de un recurso de casación en el fondo, que tiene por objeto anular decisiones de tribunales inferiores que han incurrido en “infracción de ley”, transgresi­ón que el máximo tribunal declaró luego de reconocer expresamen­te que no existe ley que regule la materia. ¿Cómo se puede incurrir en infracción de una ley que no existe? El recurso judicial existente para cautelar la supremacía de la ley, sirve de base para reemplazar­la. Y cabe recordar que la única manera de no aplicar la ley vigente -que nada dice al respectose­ría declararla inconstitu­cional, lo que es competenci­a del TC.

Pero no sólo los jueces asumen los fueros parlamenta­rios, sino también los alcaldes. Se presenta un proyecto de ley que prohíbe las bolsas plásticas en el comercio, cuando ya muchos alcaldes las han prohibido. Esto, a pesar que la Contralorí­a ha establecid­o que carecen de la facultad de hacerlo. Pero inventaron una solución: las “ordenanzas municipale­s voluntaria­s”, que todos sabemos que a los supermerca­dos no les queda otra que cumplirlas “voluntaria­mente”. Algo que en cualquier estado de derecho sería investigad­o como una extralimit­ación de funciones, pero no aquí. Y qué hablar de los alcaldes que crean figuras cuasi delictuale­s como el acoso callejero. Es que sobra la norma constituci­onal que dice que sólo la ley puede tipificar infraccion­es y establecer sanciones.

Lo preocupant­e es que no ha habido ni un solo parlamenta­rio que haya salido a defender sus fueros como generador de las normas que rigen la convivenci­a. Los de izquierda, porque están felices de que la frontera se mueva hacia su lado y los de derecha, porque no se atreven a jugársela por nada. Siendo así, propongo que se suprima el Congreso –bastante caro nos cuesta- y que la vida social se rija en lo sucesivo por fallos y ordenanzas municipale­s. Una nueva forma de democracia.

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Abogado Axel Buchheiste­r

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