LA TRAGEDIA DE NICARAGUA
SEÑOR DIRECTOR
El maravilloso país de Rubén Darío lleva decenios aquejado de gobiernos perpetuados artificialmente, liderados por inescrupulosos que lo consideran su propiedad privada y por ende, patente de corso para eternizarse en el poder, colocar a toda su parentela, y llenarse los bolsillos de beneficios usurpados. Fue el caso de Somoza por años (acabó su vida de un bombazo en Paraguay), y lo es ahora con Ortega y su familia.
Hasta las represiones de la policía y el ejército contra manifestantes pacíficos que solicitaban mejoras de vida, con más de 100 muertos en pocos días, la actual situación no había ameritado ninguna repercusión internacional. Concentrados como están los medios en la tragedia venezolana, país petrolero, a la sufrida nación centroamericana nadie le daba importancia. Algo preocupó el conocimiento de la infiltración China, pero luego nada. Han tenido la sabiduría de no hacer ruido, y frente a una población doblegada hasta ahora, y curiosamente una oposición dividida, nadie quería blandir una lanza.
La presión internacional debe desatarse, y a lo menos, que su pareja gobernante no se siga riendo del mundo y asesinando nicaragüenses en las calles. Los nicaragüenses no tienen a nadie más a quién recurrir, sólo al mundo y a Dios.
Alejandro Skoknic Eterovic