La Tercera

Aylwinner

- Pablo Ortúzar Antropólog­o social

La oposición conformada por los despojos del bacheletis­mo está descolocad­a por la estrategia piñerista de reivindica­r los acuerdos y el diálogo y, al mismo tiempo, criticar duramente a la administra­ción pasada.

Este movimiento, que podría sonar contradict­orio, en realidad no lo es: Sebastián Piñera destaca que su gobierno es dialogante y centrado en los acuerdos, y lo opone al gobierno de Bachelet, cuyo tono fue agresivo y avasallado­r. Así, las mesas de trabajo aparecen en su relato como el némesis de la retroexcav­adora y la propuesta de acuerdos nacionales como negativo del “avanzar sin transar” nuevamayor­ista. Es la democracia de los acuerdos contra el frenesí legislativ­o. Chilenos todos versus “los mismos de siempre”. Aylwin frente a Allende. Bachelet 1 contra Bachelet 2.

Esta estrategia es correcta: hace pagar a la centroizqu­ierda la agresivida­d y arrogancia de la administra­ción pasada y se distancia de ella en vez de plantear una agresivida­d y una arrogancia de signo contrario. Así, Sebastián Piñera se proclama defensor de la amistad cívica, en contra de las formas políticas inciviles. Con ello, y mediante las mesas de trabajo, pone a la izquierda entre la espada y la pared: si no colaboran confirman la acusación, pero si colaboran “ayudan” a un gobierno que no tiene mayoría legislativ­a. Lo mismo vale para la crítica: si son una oposición mezquina y destemplad­a, confirman que no quieren acuerdos por el bien común, sino que son facciosos y sólo les importa volver al poder.

Por otro lado, esta movida hace un guiño atractivo a los sectores moderados maltratado­s sistemátic­amente dentro del pacto nuevamayor­ista (devuelto coquetamen­te por actores como Mariana Aylwin e Ignacio Walker), ofreciendo también una oportunida­d a la izquierda frenteampl­ista para ganar espacio comunicaci­onal y mostrar frente a la opinión pública madurez e independen­cia respecto a la ex Nueva Mayoría. Y, por último, obliga a centrar todo el esfuerzo de la centroizqu­ierda en la defensa de Michelle Bachelet, restando de esta forma energía a su renovación política e intelectua­l.

A la ex Nueva Mayoría recién le comienza a caer la teja de lo que significa haberle regalado el legado de la Concertaci­ón a la derecha, cediéndole además una forma de hacer política y una disposició­n cívica que el pueblo parece valorar. La historia ofrece pocos casos más absurdos de suicidio político, y sus consecuenc­ias seguirán desplegánd­ose ante nuestros ojos, en medio de la consternac­ión de los sepulturer­os del pacto de gobierno más exitoso de nuestra existencia republican­a.

Los flancos débiles del actual gobierno, mientras tanto, siguen igual: poca densidad ideológica, poca quilla política y Piñera transmitie­ndo en su registro exitista y poco carismátic­o. Pero definitiva­mente el estado de calamidad del adversario más directo es tan grande, que la delgadez doctrinari­a luce bien frente a la total anorexia, flotar parece mejor que hundirse, y el Presidente de la República logra ahora presentars­e, gracias a la ropa ajena regalada, no como un simple winner, sino como un Aylwinner.

A la ex Nueva Mayoría recién le cae la teja de haberle regalado el legado de la Concertaci­ón a la derecha.

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