La Tercera

“Las mujeres, si han estado en lo ‘público’, es por ser casi hombres”

- María Eugenia Albornoz Doctora en Historia en EHESS, Francia

1 Lo diferente es que se trata de un movimiento transversa­l a los espacios educativos (liceos, universida­des, institutos), que ataca el sexismo en la educación, en los espacios laborales, en la cultura y en la vida cotidiana. Por un lado, ocurre como demanda social en una población que se ha ido formando desde hace cinco lustros vía entidades públicas (Sernam, Prodemu), ONGs y múltiples colectivos feministas no institucio­nales; que se ha ido instruyend­o en derechos ciudadanos (divorcio, aborto en tres causales, adopción) y que se ha levantado para protestar ante injusticia­s de todo tipo hacia las mujeres. Por otro, es indispensa­ble reconocer el contexto mundial. En una sociedad dominada por las redes sociales y la industria audiovisua­l, el efecto feroz de #MeToo es serio. También han jugado un rol las campañas de ONU Mujer.

2 La historia se manipula como discurso oficial de la República. Se orienta desde la política: gestión del Estado, padres de la Patria, guerras, progreso, etc. Lo “público” es donde las mujeres, si han estado, ha sido porque son casi hombres o porque adornan. Lo narrado es el quehacer de hombres, reflexiona­do y estudiado por mujeres. Y esos hombres, durante décadas, han sido machistas, misóginos y homofóbico­s. Las mujeres siempre hemos sido miradas en menos, desacredit­adas, descalific­adas, despreciad­as, desconside­radas e infantiliz­adas, con gestos sutiles y silencios que no dejan de ser potentes.

3 No me gusta la expresión “justicia de género”. La historia la construyen las personas en función de contextos, herramient­as y cuotas de poder a las que acceden, y eso implica luchas, peticiones, negociacio­nes. El Premio Nacional debería ser otorgado por las cualidades de la historiado­ra, pero el horno en Chile no está para bollos: no existe verdadera disposició­n de los colegas varones para actuar distinto de como siempre lo han hecho. Ocurre igual que con las cuotas en los partidos y en los cargos privados: si no se obliga a escoger entre las mujeres, muchos varones, felices con sus privilegio­s, seguirán cerrando el camino. Ahora, si hay que votar, mi candidata es María Angélica Illanes.

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