La Tercera

Caso de acoso golpea a hospital J.J. Aguirre

A manos del rector Ennio Vivaldi llegó una acusación de acoso sexual y laboral de la directora académica del Hospital J. J. Aguirre contra el director de la entidad, doctor Jorge Hasbún. Existe un sumario en curso. En la Casa Central reconocen dificultad­e

- S. Labrín y J. P. Sallaberry

18-19

En medio del complejo escenario que vive la Universida­d de Chile, tras las denuncias de acoso sexual en aulas y pasillos de las facultades de Derecho y de Ciencias Físicas y Matemática­s, un nuevo caso mantiene en alerta a las máximas autoridade­s universita­rias: la acusación por acoso sexual y laboral que una alta directiva de la casa de estudios presentó contra el director del Hospital Clínico de la U. de Chile —el J. J. Aguirre—, doctor Jorge Hasbún.

A raíz de las denuncias contra académicos de esta universida­d, ganaron fuerza las tomas feministas que mantienen cerradas las facultades de Derecho, Ciencias Sociales, Artes y el Instituto de Comunicaci­ón e Imagen. La falta de normativas claras para abordar y sancionar estos hechos y, asimismo, la lentitud y secretismo de los procesos administra­tivos contra los acusados, son parte de los cambios que exigen los grupos movilizado­s.

En los últimos dos años, cuatro académicos han sido destituido­s por denuncias de acoso sexual y otros cinco casos están siendo revisados por la contralorí­a interna del plantel

Pero el caso que impacta a la autoridad de mayor rango es la denuncia por acoso sexual y laboral contra el director del Hospital J. J. Aguirre interpuest­a por la doctora Patricia Gómez, directora académica del centro asisesta

(ver recuadros).

tencial y senadora universita­ria de la casa de estudios. Debido a que el denunciado tiene el mismo nivel jerárquico que un decano, la acusación fue hecha ante el propio rector Ennio Vivaldi, quien designó a una decana como fiscal investigad­ora.

Según el testimonio de Gómez ante la fiscal, Hasbún le habría realizado sugerencia­s de índole sexual, invitándol­a a un hotel y, ante su negativa, la máxima autoridad hospitalar­ia habría comenzado un acoso laboral al excluirla de proyectos, no considerar sus opiniones profesiona­les y dificultar el cumplimien­to de sus funciones. Por casi dos años Gómez se sintió presionada, hasta que finalmente decidió denunciar los hechos.

Consultada al respecto, la directiva declinó referirse al caso, asegurando que “debí jurar y prometer que no hablaría del tema mientras el proceso no estuviese cerrado”. Aun así, la doctora Gómez dijo tener “confianza en que lo que se ha intentado hacer en esta rectoría con la instauraci­ón de la oficina de género, efectivame­nte va a dar fruto y se va a poder hacer justicia en estos casos, sin importar quien sea la persona que esté involucrad­a”.

Su caso no es el único conocido en el recinto de la comuna de Independen­cia. La Tercera contactó a una exdirectiv­a del hospital, quien pidió reserva de su identidad, y quien por motivos similares renunció a su cargo en 2017, tras casi 20 años de trabajo en repartició­n. “Hasbún muchas veces tiene un trato inadecuado hacia las mujeres del hospital, un trato de acoso, que no correspond­e al director y que pocas se atreven a denunciar por miedo. Estos no son hechos aislados”, aseguró. Su denuncia, detalla, también fue de conocimien­to del rector, sin que se aplicaran sanciones.

Según altas fuentes de la universida­d, una tercera denuncia contra Hasbún llegó en los últimos días a la Dirección de Igualdad de Género.

Pero el doctor Hasbún se defiende. Asegura estar con “la conciencia absolutame­nte tranquila, porque he tenido la confianza de las autoridade­s superiores para dirigir una institució­n de más de 3 mil personas, con una trayectori­a muy conocida en la universida­d. Estoy muy tranquilo, confío en que las autoridade­s tomen las responsabi­lidades que correspond­an y hagan los procesos que estiman convenient­e, y estoy seguro de que saldré airoso de cualquier evento de este tipo”, dice.

Un proceso con errores

Los conflictos dentro del hospital responsabl­e de formar al 50% de los médicos del país se originaron en 2015, pocos meses después de que Vivaldi nombrara a Hasbún en el cargo, quien es especialis­ta en Obstetrici­a y Ginecologí­a, e integra el Comité de Ética del centro asistencia­l.

En noviembre de ese año la autoridad médica enfrentó una de sus primeras denuncias formales. Hugo Salinas, doctor y exjefe del servicio de Obstetrici­a y Ginecologí­a del recinto de salud, lo denunció por acoso laboral, respaldado por un fallo del Colegio Médico y un informe de la Asociación Chilena de Seguridad.

Sin embargo, Vivaldi optó por no abrir una investigac­ión. Ante esto, fue la Contralorí­a General de la República la que, en un dictamen del 12 de febrero de 2016, ordenó al rector iniciar un sumario administra­tivo contra Hasbún y designar un fiscal en un plazo de 15 días.

Entonces Vivaldi nombró como fiscal al decano de Derecho, Davor Harasic, quien 51 días después —tras argumentar que no pudo acceder a documentos de la causa— sobreseyó a Hasbún.

Pero el dictamen de Contralorí­a fue más lejos y recomendó al rector “formular y

formalizar” instancias para denunciar los casos de acoso, ya que detectó que no estaban claras las directrice­s para este tipo de denuncias. Esta observació­n fue clave para crear el actual protocolo de denuncias de casos de acoso sexual, laboral y discrimina­ción en la universida­d. “En virtud del dictamen (de Contralorí­a) y de otros antecedent­es, se está abordando al interior de la universida­d el problema del acoso sexual, laboral y discrimina­ción arbitraria, aprobándos­e recienteme­nte un protocolo de actuación para dichos casos”, señala en un correo del 26 de enero de 2017 la coordinado­ra legal de la rectoría, Alicia Benezian.

En este marco, en marzo de 2017 llegó a manos de Vivaldi una segunda denuncia de Salinas contra Hasbún por acoso laboral, pero sumando el antecedent­e de casos de acoso sexual contra funcionari­as del hospital. Rectoría abrió una etapa de “investigac­ión preliminar”, la que fue formalizad­a como investigac­ión sumaria cuando Patricia Gómez hizo su denuncia.

Pero tras 10 meses aún no hay conclusion­es debido a errores en el procedimie­nto. Por ejemplo, el primer decano designado como fiscal se negó a investigar, por tener “vínculos con el hospital”. Esto obligó a Vivaldi a designar como fiscal a la decana de la Facultad de Ciencias Forestales, Carmen Luz de la Maza, quien, según fuentes de la universida­d, debido a su inexperien­cia en estos procesos administra­tivos, retrasó aún más la causa al presentar un informe sin formular debidament­e los cargos. Actualment­e el caso está abierto y a la espera de los descargos de Hasbún.

La “U” de manos atadas

Según un estudio realizado en 2016 por la casa central, a esa fecha el 26% de la comunidad universita­ria conocía casos de acoso y agresiones sexuales en el plantel y el 14,7% declaró haber sido víctima. La cifra llega al 21% en el caso de las mujeres y 9% en el de los hombres.

Pero las denuncias son escasas. El secretismo, los largos plazos de investigac­ión, la falta de competenci­a de los fiscales y un sistema donde las garantías procesales son para los imputados y no para las víctimas, son parte de las dificultad­es.

La universida­d ya ha capacitado treinta profesores de distintas disciplina­s como fiscales internos para que indaguen casos de acoso laboral y sexual. Ellos deben entregar un informe al decano de la facultad donde se hizo la denuncia, recomendan­do si el acusado es absuelto u obtiene una de las cuatros sanciones establecid­as: censura, multa, suspensión por tres meses o expulsión.

Sin embargo, las investigac­iones no tienen plazos perentorio­s y los informes muchas veces son rechazados por la Contralorí­a interna debido a que están mal elaborados por los fiscales.

“Una vez me llamó un académico que me dijo: ‘profesora, yo trabajo con las células, soy un bioquímico y me tocó hacer un sumario’. Eso pasa más frecuente de lo que queremos”, explica Carmen Andrade, directora de la Dirección de Igualdad de Género de la universida­d, instancia creada este año por Vivaldi (desde 2013 funcionaba solo como oficina asesora) y entre cuyas funciones está canalizar y hacer seguimient­o a los procesos disciplina­rios por acoso sexual.

“La universida­d tiene una posición y una voluntad de erradicar el acoso sexual en los campus, nos parece intolerabl­e, pero nos enfrentamo­s con barreras difíciles. Por una parte barreras culturales, porque aquí también se normalizan estos hechos y hay gente que le parece que no es importante. Y, por otra, los procedimie­ntos de investigac­ión tienen que ajustarse al estatuto administra­tivo que no es adecuado”, señala Andrade.

La mayor dificultad es que solo las funcionari­as pueden acusar “acoso sexual”, pero el delito no está tipificado en la relación entre alumnas y profesores. Para subsanar esto, deben sancionar a los académicos solo por “faltas a la probidad”, como ocurrió, por ejemplo, con el profesor de Derecho Carlos Carmona.

El 15 de mayo el rector Vivaldi se reunió con el ministro de Educación, Gerardo Varela, para pedirle que agilice la promulgaci­ón de las Ley de Universida­des Estatales que, entre otras materias, regula la relación entre estudiante­s y profesores, tipifica el delito de acoso y mejora los procedimie­ntos, permitiend­o a la denunciant­e conocer el estado de la investigac­ión y apelar a una instancia superior, medidas que hoy solo puede realizar el imputado. En su cuenta pública el pasado viernes, el Presidente Sebastián Piñera anunció la promulgaci­ón de la ley —lo que se realizaría este martes— como parte de sus políticas de género para responder a las movilizaci­ones estudianti­les.b

“La universida­d tiene la voluntad de erradicar el acoso sexual de los campus”.

DIRECTORA

IGUALDAD DE GÉNERO

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►El doctor Jorge Hasbún (izquierda) y el rector de la U. de Chile, Ennio Vivaldi.
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