Relatos y obras
POR PRIMERA VEZ ASOMA UN RELATO CON QUE EL PRESIDENTE BUSCA MARCAR SU GOBIERNO. BUSCÓ DECIR “SOMOS OTRA COSA”, POR EJEMPLO, ACUERDO VERSUS CONFRONTACIÓN.
El período de instalación toca a su fin. En sus inicios, el gobierno pareció acomodarse al sentimiento ciudadano dominante. Para ser sincero, la elección fue más un suspiro de alivio que la expectativa de algo grandioso. Fue para la población volver a lo suyo, dejar de vivir con el alma en vilo por anuncios de cambios tronantes, muchas veces a contrapelo de los que quería.
Quizás consciente de ese clima, el gobierno no hizo nada estridente. Quienes anunciaban otra retroexcavadora, se encontraron con llamados al acuerdo. Marcó más consensos que diferencias. Asumió temas de la agenda ciudadana como la infancia, el descontrol en las inmigraciones y el movimiento feminista. La oposición no tuvo más que los exabruptos ministeriales para aparecer; y los más intransigentes, el recurso poco rentable de rechazar todo acuerdo y radicalizar posturas. Piñera ha mantenido así inmutable un apoyo superior al 50%, a pesar de “errores no forzados”, movilizaciones y escaramuzas burocráticas.
Sin embargo, el gobierno comenzaba a dar signos de carencia de identidad, “relato” lo llaman otros, que le dieran esos sellos con que un gobierno es valorado y recordado. No son los “programas” que nadie lee. Son obras inolvidables. Piñera I no las tuvo. Creyó que la eficiencia dispersa bastaba. El rescate de los 33 podría haberle dado identidad y generado un candidato para la continuidad; pero terminó mal. Desde sus filas se dijo, administró bien, pero no tuvo relato memorable.
Todo gobierno debe tenerlo. El funeral de Aylwin mostró la valoración en la memoria ciudadana a su conducción firme y hábil de una transición difícil. En Lagos, fue su estampa de estadista y las concesiones de infraestructura. En Michelle II es la gratuidad a los estudiantes más pobres de educación superior. Hasta Pinochet lo dejó en la Carretera Austral.
En la cuenta pública, por primera vez asoma un relato o identidad con que el Presidente busca marcar su gobierno. Fue tajante en el juicio negativo al gobierno de la Nueva Mayoría y en la pesada “herencia” que le atribuye. Fue más allá. Buscó decir, somos otra cosa. Acuerdo versus confrontación, iniciativas sociales y de seguridad versus clamores abstractos sobre desigualdad; énfasis en el crecimiento y la creación de empleos. Lo haremos bien a diferencia de ellos. Nos ocuparemos de lo que ellos dejaron abandonado.
Buscó identidad en el contraste, apoyado en el naufragio ciudadano de la Nueva Mayoría. Confortables con la amabilidad de Blumel y mal acostumbrados a decir horrores del gobierno sin que éste replicara, la cuenta descompuso a los ex gobernantes. Reclamaron un “respeto” al que no han sido muy proclives.
Queda por verse si tanta obra prometida genera identidad. Son unas pocas obras señeras las que hacen el recuerdo de un gobierno. Lo serían algunas de las enunciadas en la cuenta pública, convertidas en realidad. Ese es su desafío.